Pastel vasco

Ir al País Vasco y no comer pastel vasco es un crimen imperdonable. Se puede perdonar no probar la porrusalda, el marmitako o las kokotxas de merluza, pero no os saltéis el pastel vasco por muy copiosa que haya sido la comida. Igual de  imperdonable sería ir a Galicia y no probar la tarta de Santiago o a Ibiza y no culminar la comida con greixonera o flaó.
Parece ser que el pastel vasco es originario de la zona del país comprendida dentro de territorio francés. De hecho es una receta bien conocida mundialmente como gateau basque. Existen dos variantes del mismo. El que se hace en la zona norte se rellena de mermelada de cerezas mientras que en el sur se suele emplear la crema pastelera. En Vitoria se consume una variante que emplea nata y en lugar de llamarle pastel vasco se denomina Goxua. Por las diferencias de relleno encontraréis que se hace un distingo entre el gateau basque (relleno de mermelada), el pastel vasco (relleno de crema pastelera) y el goxua (con nata) aunque básicamente se cocinan de igual forma.
Todos los tipos de pastel vasco se preparan con una masa que cubre el fondo y los lados de un molde sobre la cual se deposita el relleno para finalmente colocar una tapadera de masa que se acabará horneando.
Vamos a hacer un pastel vasco tal y como lo encontramos en Euskadi, esto es, relleno de crema pastelera.

INGREDIENTES 

para la crema pastelera :

4 yemas de huevo
60 gramos de maizena
1 litro de leche
120 gramos de azúcar
1 rama de canela
1 piel de limón (sin la parte blanca que amarga)

Retiramos de la leche medio vaso de la misma. Hervimos el resto con la rama de canela y la piel de limón hasta que empieza a subir. Apartamos del fuego y reservamos.  En un bol mezclamos las yemas con el azúcar, la maizena y el medio vaso de leche. Batimos bien.
Sacamos la canela y la piel de limón de la leche templada y la vertemos lentamente sobre la mezcla sin dejar de remover. Incorporamos en una cazuela a fuego lento y sin dejar de remover calentamos hasta que espesa. Retiramos del fuego y reservamos.

INGREDIENTES 

para la masa :

250 gramos de harina blanca
200 gramos de mantequilla sin sal
100 gramos de almendra molida
150 gramos de azúcar
Levadura de panadero
Un pellizco de sal
3 huevos


Mezclamos la harina, la almendra molida, el azúcar y la mantequilla en pomada. Amasamos bien hasta que se homogeniza. En ese momento añadimos los dos huevos batidos, el pellizco de sal y la levadura. Volvemos a amasar, cubrimos con un paño y dejamos reposar al menos durante una hora.
Transcurrido el tiempo de reposo dividimos la masa en dos partes iguales. Una de ellas la pasamos por el rodillo y la acomodamos en el fondo de un molde de unos 22 cm de diámetros con paredes bajas. El sobrante lo subimos por las paredes para forrar totalmente el molde.
Vertemos la crema pastelera. La otra mitad de la masa la aplanamos con el rodillo y damos forma circular algo mayor que el diámetro del molde. Colocamos con cuidado encima cerrando con un pliegue sobre el borde de la otra parte de la masa de manera que quede bien cerrada.
Para que quede dorado se pinta de huevo la masa. Se mete en el horno a 200 grados durante 40 minutos. Se deja enfriar y se consume , a ser posible sin meterla en el frigorífico y de la forma más fresca posible.
A menudo veréis que el pastel vasco se decora con el llamado "lauburu". El lauburu es un símbolo vasco pre-cristiano tradicional de signficado poco claro. Para los que contemplando la imagen que encabeza este artículo ya le hayan encontrado una analogía, simplemente corroborar lo que ya pensáis : en efecto, recuerda una esvástica. La esvástica o cruz gamada es un símbolo universal presente en multitud de culturas de todos los tiempos. Las hay en el hinduismo, budismo, en culturas precolombinas e incluso decorando el suelo de alguna sinagoga mucho antes de que los infames nazis se la apropiaran creyendo que se trataba de un símbolo de la raza aria que invadió el norte de la India y de la cual se creían descendientes. De hecho es un signo tan universal como el recuerdo del Diluvio. Así que es probable que exista alguna razón concreta por la cual es un signo tan común en la raza humana. Algo así conjeturó el astrónomo Carl Sagan que formuló la hipótesis que en el pasado, probablemente en la Prehistoria,  un cometa fue visible desplazándose por el cielo con una forma muy parecida a la esvástica. Debió ser un hecho tan relevante y asombroso que dejó una impronta imborrable en el ser humano. 
Sea cierta o no esta teoría, el pastel que encontraréis bajo el lauburu seguro que os deja un recuerdo de los que no se olvidan.