Bizcocho de chocolate

A la hora de los postres no soy demasiado partidario de confeccionar pasteles o bizcochos, sobretodo si debo esperar el 'milagro' de la levadura. De todas maneras la gente espera, si cocinas habitualmente, que puedas proporcionar los consabidos pasteles para aniversarios y otras festividades. A estas recetas sólo les pido que sean sencillas y no me fallen. Creo que el bizcocho que os presento reúne estas cualidades. Además el resultado, gracias al aceite y el yogur, es un bizcocho tierno y jugoso que se puede comer 'a palo seco'. También se puede cortar en dos mitades y rellenar con alguna mermelada, preferiblemente albaricoque o melocotón.

INGREDIENTES :
1 yogur natural sin azúcar (un pote pequeño de 125 gramos)
200 gramos de harina para repostería
200 gramos de azúcar
100 ml de aceite de girasol o maíz
60 gramos de cacao en polvo
20 gramos de cacao al 70% (mínimo) rallados
3 huevos
Medio sobre de levadura química

En primer lugar vamos a mezclar el yogur natural con la harina, el azúcar y los 100 ml de aceite de girasol. Lo batimos bien con las varillas. Ahora cogeremos la pieza de cacao con un mínimo del 70% (también sirven al 80 ó al 99%) y la rallaremos para obtener unos 20 gramos. Utilizad un rallador grueso para obtener virutas más que polvo. Vertéis estas virutas en la mezcla juntamente con 60 gramos de cacao en polvo. Removéis a conciencia para eliminar los grumos. Se incorporan los tres huevos y el medio sobre de levadura química y se bate hasta que queda una masa homogénea. Ahora se debe verter en un molde de unos 20 centímetros de diámetro. Suelo utilizar moldes de aluminio de un solo uso que engraso con un poco con mantequilla para que sea más fácil el desmolde. Podéis utilizar moldes de silicona - que no requieren engrase - o moldes sólidos donde deberéis engrasar o utilizar un papel para hornear.


Precalentáis el horno a 170 grados. Con hornear entre 30 y 40 minutos será más que suficiente. Para comprobar si está hecho basta con clavar un palillo en el centro y al extraerlo deberá estar completamente seco. Entonces se saca el bizcocho del horno y se golpea sobre la mesa para que no baje un par de veces.


Si está bien hecho al cortarlo lo notaréis firme en el exterior pero tierno en el corazón y las virutas de cacao se habrán fundido dando más intensidad de chocolate a cada bocado.