

Para los marinados se emplean diversas substancias, siendo las más habituales el aceite, la grasa, el vino, el vinagre y medios ácidos como los zumos de frutas y los lácteos (leche agria, yogur). El marinado más simple consiste en introducir la carne o pescado en vino cocinándola cuando se necesite. Con el escabeche se pretende principalmente prolongar el tiempo de conservación, por lo cual en primer lugar se cocina el producto para luego someterlo al marinado, generalmente con vinagre que es un antiséptico natural. Cuando marinamos un producto que se va a consumir crudo lo hacemos generalmente con un elemento ácido - zumo de limón - que nos va a dar una sensación de "cocinado" sin que por ello se alteren las cualidades de la carne o el pescado. Esta es la base del ceviche sudamericano o de los carpaccios.
Cuando la Humanidad se percató de los efectos beneficiosos del marinado también se dió cuenta de que el líquido envolvente cedia parte de su sabor al elemento que cubría. Esto dio lugar a aromatizar el caldo con hierbas, especias y hasta simples hortalizas.
El marinado está presente en infinidad de platos, ya sea como reminiscencia de antiguos usos conservantes o de ablande, o por el simple deseo de aromatizar profundamente carnes y pescados. El carpaccio, el afelia, la borrida de rajada, los escabeches de jurel, sardina, mejillones etc, las carnes conservadas en leche agria típicas de Asia Central y los quesos conservados en aceite de oliva son una breve recopilación de estas técnicas. Aún hoy en día el marinado es imprescindible con muchas piezas de caza que encuentran en el civet un método idóneo de cocinado.