

Durante el siglo XVIII este concepto de alta cocina se fue transfiriendo hacia los burgueses gracias a la creación de los restaurantes. Los primeros restaurantes franceses combinaban la cocina de herencia matrilineal presente en las tabernas con el concepto de la alta cocina , con su estructura jerarquizada y machista, de procedencia aristocrática.
A lo largo del siglo XIX y buena parte del XX la mujer cocinera siempre estuvo supeditada a la figura del chef-hombre, de la misma manera que no había mujeres piloto o capataz de obras, por poner dos ejemplos (y si las hubo fue gracias a una fuerza de voluntad inmensa). El empresario hostelero tenía ante sí una cocina formada por un número de personas importante, sometida a una presión gigantesca, y siempre optaba por poner al frente a un hombre aunque estuviera menos preparado que una mujer. Por otro lado la cocina de los restaurantes es a menudo un lugar terrorífico : horarios esclavizantes, calor y frios extremos, mal ambiente laboral. Y a la mujer siempre se le ha hecho claudicar. ¡ Qué pocos maridos del pasado habrían aguantado de su mujer la ausencia continuada del hogar desde el mediodía hasta bien entrada la noche ! En cambio el hombre gozaba de libertad, sin cortapisas derivadas del machismo, ni hijos a los que cuidar - en un sentido minucioso de la palabra - o embarazos que le incomodaran.
Si todos gozáramos de las mismas oportunidades, al lado de los grandes como Adriá, Bocuse, Subijana etc tendríamos los apellidos de un número igual de féminas. Sin lugar a dudas. Deberíamos desterrar conceptos erróneos como que la cocina es un trabajo muy físico - ¿Seguro que Paul Bocuse descarga él mismo los sacos de patatas de sus restaurantes? - o que la mujer no está preparada para mandar o que no es creativa. Es cuestión de dar oportunidades, nada más.
Naturalmente que hay mujeres desempeñando papeles protagonistas. Pocas pero las hay. Me vienen a la cabeza Carme Ruscalleda y Eva Arguiñano (esta última una experta en postres, un rol que a la mujer se le ha "permitido" en los restaurantes debido a la precisión y memoria que exige).
Tiemblo al pensar lo que se les ha exigido, a ellas y otras muchas anónimas, y con que alto rasero se ha medido su capacidad para llegar a donde han llegado.
A lo largo del siglo XIX y buena parte del XX la mujer cocinera siempre estuvo supeditada a la figura del chef-hombre, de la misma manera que no había mujeres piloto o capataz de obras, por poner dos ejemplos (y si las hubo fue gracias a una fuerza de voluntad inmensa). El empresario hostelero tenía ante sí una cocina formada por un número de personas importante, sometida a una presión gigantesca, y siempre optaba por poner al frente a un hombre aunque estuviera menos preparado que una mujer. Por otro lado la cocina de los restaurantes es a menudo un lugar terrorífico : horarios esclavizantes, calor y frios extremos, mal ambiente laboral. Y a la mujer siempre se le ha hecho claudicar. ¡ Qué pocos maridos del pasado habrían aguantado de su mujer la ausencia continuada del hogar desde el mediodía hasta bien entrada la noche ! En cambio el hombre gozaba de libertad, sin cortapisas derivadas del machismo, ni hijos a los que cuidar - en un sentido minucioso de la palabra - o embarazos que le incomodaran.
Si todos gozáramos de las mismas oportunidades, al lado de los grandes como Adriá, Bocuse, Subijana etc tendríamos los apellidos de un número igual de féminas. Sin lugar a dudas. Deberíamos desterrar conceptos erróneos como que la cocina es un trabajo muy físico - ¿Seguro que Paul Bocuse descarga él mismo los sacos de patatas de sus restaurantes? - o que la mujer no está preparada para mandar o que no es creativa. Es cuestión de dar oportunidades, nada más.
Naturalmente que hay mujeres desempeñando papeles protagonistas. Pocas pero las hay. Me vienen a la cabeza Carme Ruscalleda y Eva Arguiñano (esta última una experta en postres, un rol que a la mujer se le ha "permitido" en los restaurantes debido a la precisión y memoria que exige).
Tiemblo al pensar lo que se les ha exigido, a ellas y otras muchas anónimas, y con que alto rasero se ha medido su capacidad para llegar a donde han llegado.