Extractos de mi libro sobre Estambul-Turquía contenidos en el capítulo "Pequeña enciclopedia sobre cosas a saber sobre Turquía" :
".............Ramadán
(Ramazán en turco) : el Ramadán es el mes
del calendario islámico en que se debe practicar la abstención. En
primer lugar se debe ayunar – prohibición total de tomar líquidos
y sólidos – desde el amanecer hasta el anochecer, y tampoco se
pueden mantener relaciones sexuales, perfumarse o fumar. En Turquía
el seguimiento es laxo. Puesto que el calendario musulmán se rige
por la luna, el Ramadán circula progresivamente por todas las
estaciones del año. Cuando cae en invierno es relativamente fácil
de seguir ya que anochece pronto. En verano el seguimiento es mucho
menor por la mayor cantidad de horas de sol. El ayuno no debe ser
seguido por niños, embarazadas, ancianos o enfermos.
En
Turquía se puede comer y beber durante el Ramadán sin problemas y a
la vista de todo el mundo. Puede haber problemas en algunas zonas
radicales, pero son las menos. De hecho, a diferencia de otros países
musulmanes, es casi recomendable ir en Ramadán, al menos
gastronómicamente hablando. Al finalizar la jornada de ayuno se
celebra una comida, el Iftar, que suele ser un opíparo festín en
que se cocinan especialidades tradicionalmente presentes únicamente
en Ramadán. Tanto es así que muchos practicantes ganan algunos
kilos durante la celebración.
El
2010 Ramadán se iniciará a mediados de Agosto. El 2011 a principios
del mismo mes. El 2012 a mediados de Julio, el 2013 a principios y el
2014 a finales de Junio............"
"............Los
turcos vistos por los occidentales : la relación entre los
turcos y Occidente es posible que se iniciara en el siglo V
cuando integraban las hordas hunas que pusieron en jaque el Imperio
Romano de Occidente. El Imperio Huno se deshizo con la
misma facilidad con que se creó y de él sólo quedó un vago
recuerdo de su líder Atila y en el nombre de Hungría,
aparentemente deformación de Hun-on-ogur, donde on-ogur
sería el nombre las tribus asiáticas fundadoras de la nación
(significa “diez-flechas”). Durante medio milenio se
esfumaron de la conciencia de los europeos hasta que reaparecieron,
convertidos al Islam, en Oriente Medio. Los selyúcidas atacaron el
Imperio Bizantino – algo que no preocupó en absoluto a los
occidentales de credo católico – pero reemplazaron a los árabes
en el control de los Santos Lugares de Palestina el 1070 y ahí
empezaron los verdaderos problemas. Los árabes eran muy respetuosos
hacia los cristianos y les permitían peregrinar a Palestina para
visitar los lugares ligados a la vida de Jesucristo. Los turcos,
impregnados de ortodoxa fe islámica, empezaron a poner trabas en el
acceso a Palestina e incluso, según fuentes occidentales, llegaron a
cometer atrocidades entre los peregrinos. Probablemente estos ataques
fueron exagerados para motivar a los combatientes, puesto que la
auténtica razón que originó la Primera Cruzada fue el terror que
causaba el avance musulmán por el flanco este de Europa. Lo que sí
es cierto y está bien documentado por los propios cronistas europeos
fue la brutalidad que desplegaron los Cruzados. A su paso por Hungría
no dudaron en masacrar las comunidades judías y en la toma de
diversas ciudades palestinas practicaron el canibalismo devorando
niños musulmanes asados en espetones. La misma conquista de
Jerusalén fue una horrenda colección de atrocidades que darían
tema para una película gore de Hollywood. Para una descripción
magnífica de las cruzadas recomiendo “Las cruzadas vistas por
los árabes” de Amin Maalouf (ver nota
bibliográfica).
Durante
los doscientos años de presencia cruzada en la franja costera de
Oriente Medio la interacción entre turcos y cristianos fue
constante. Nur-al-Din, Saladino (Salah-al-Din), los
emires, Baybars, el Sultán, Alp Arslan,
todos ellos eran turcos, no árabes (excepto Saladino que en
realidad era kurdo). Los llamados “mamelucos”
egipcios eran también soldados esclavos de etnia turca. El odio de
los primeros años se fue suavizando y al final los estados
cristianos de Oriente, ya muy debilitados, llegaron a ser vasallos de
los emires turcos. De los primeros años de lucha quedó una
expresión que se emplea en España y Francia : “cabeza de
turco”. Dice la leyenda que cuando un cristiano que
participaba en las Cruzadas conseguía matar a un turco le cortaba la
cabeza y la clavaba en una pica o lanza. El resto de la soldadesca
lanzaba improperios contra la cabeza cortada acusándola de todos los
males que les había traído la lucha. Otra explicación se remonta a
la batalla de Lepanto cuando el almirante turco Alí Bajá
fue decapitado de un hachazo por un galeote que había abordado su
barco. No se cual de estas historias es cierta pero desde entonces
la frase se utiliza para culpabilizar a una sola persona inocente por
lo actos de todo un grupo. En 1985 el periodista alemán
Günter Wallraff publicó el libro “Ganz unten” que
en español se tradujo como “Cabeza de Turco” (aunque en
realidad se traduciría como “Lo más bajo”). En ella
Wallraff describe lo que le sucedió cuando decidió hacerse
pasar por turco oscureciendo su pelo, usando lentillas negras y
utilizando un alemán rudimentario. De esta guisa y ocultando su
auténtica identidad se empleó en diversos trabajos de baja
cualificación sintiendo en su propia piel la discriminación y
xenofobia de sus compatriotas, algo que describe con todo detalle en
su obra.
Cuando
el último estado cruzado desaparece a finales del siglo XIII los
turcos se concentraron en acabar con el Imperio Bizantino.
Pero antes de hacerse con Constantinopla – por cierto, mitificada
hasta el punto de considerarla como inalcanzable por parte de los
selyúcidas – se lanzaron a sojuzgar los estados cristianos de los
Balcanes que se presumían más débiles. Para los pueblos
balcánicos la entrada de los turcos en sus territorios se vivió
como una hecatombe que ha modificado su Historia, para mal, de manera
irreversible.
Bulgaria
fue el país peor parado por la conquista a manos de los turcos a
finales del siglo XIV. Las élites del país fueron
eliminadas, el clero huyó y el campesinado estuvo en condición casi
servil durante toda la ocupación. Si pensamos que los búlgaros
habían fundado imperios capaces de amenazar a los Bizantinos
no es extraño que este vasallaje constituya un recuerdo humillante.
A Serbia tampoco le fue mejor. Los serbios deseaban
reemplazar a los Bizantinos en el dominio de Constantinopla y
proseguir su gloria. En lugar de eso fueron machacados por los turcos
en la batalla de Kosovo de 1389 y durante cinco siglos
sufrieron conversiones forzosas y la tiranía de los conquistadores.
Los turcos aparecieron en la vida de los serbios cuando artística,
militar y culturalmente podrían haber iniciado un Renacimiento
igual al italiano en los Balcanes, y en cambio se convirtieron
en esclavos. De hecho muchos serbios culpan al Imperio Otomano
de ser el lejano origen del desmembramiento de la antigua Yugoslavia
. En cierta manera aquella batalla del Campo de los Mirlos
sigue generando secuelas. El territorio de Kosovo está
habitado por albaneses que ocuparon con la anuencia de los turcos el
centro histórico de la patria serbia a partir del siglo XVII. Dichos
albanokosovares han declarado la independencia, aceptada por varios
países, mientras que Serbia sólo accede a reconocerles una región
autónoma dentro de su país. España, entre otros países, no
reconoce Kosovo como una entidad soberana. Así que los serbios
consideran a los turcos como el origen de todos sus males y focalizan
hacia los musulmanes eslavos, aquellos que se convirtieron tras la
conquista, una fuerte animadversión.
Los
albaneses son los descendientes de los primitivos habitantes
autóctonos de los Balcanes. De hecho parece ser que descienden de
las tribus ilirias que conservaron su idioma durante el dominio del
Imperio Romano. Todos los pueblos eslavos de la misma región –
serbios, croatas y eslovenos – llegaron durante el siglo VI y VII a
la zona. Los albaneses fueron conquistados por los turcos durante el
siglo XV y uno de sus nobles, Jorge Castriota, fue
enviado a la corte otomana en calidad de rehén. Allí se convirtió
al Islam dirigiendo diversas campañas al frente de fuerzas
turcas. Gracias a sus éxitos se le apodó Iskander Bey,
(“Príncipe Alejandro”) en referencia a la grandeza de
Alejandro Magno. Posteriormente este nombre fue deformado por
los albaneses en Skanderberg.
A
su regreso a Albania apostató de la fe islámica para encabezar la
rebelión contra los turcos a los que mantuvo en jaque hasta su
muerte en 1468. La resistencia continuó durante una decena de
años hasta que finalmente todo el país fue sometido. Tras el
fallecimiento de Skanderberg la élite del país huyó a
Italia y Grecia dejando tras de sí una masa campesina que fue
fácilmente dominada por los turcos. A lo largo de siete siglos gran
parte de la población se convirtió al Islam aportando gran cantidad
de renombrados políticos y soldados al Imperio Otomano. Los
albaneses, como los búlgaros y los serbios, sienten que su Historia
podría haber sido muy diferente sin la conquista de los turcos. Y
eso suele ocurrir cuando los invasores parece que no aportan nada al
bienestar y desarrollo de los pueblos que dominan. Ni a franceses,
españoles o portugueses se les ocurriría ser tan negativos con
respecto al legado del Imperio Romano, por ejemplo. Ni siquiera el
hecho de que casi la mitad de los albaneses compartan religión con
los turcos les inspira simpatía hacia sus antiguos amos.
Los
húngaros mantuvieron una lucha constante contra los otomanos durante
siglos. Se puede afirmar que fueron ellos los que salvaron el flanco
oriental de Europa cuando el Imperio Bizantino estaba a punto de
caer. Aunque los turcos llegaron a tomar parte del país su
dominación duro demasiado poco para dejar huellas apreciables en la
cultura magiar. El nombre masculino “Zoltan”, bastante común en
Hungría es en realidad una deformación de “Sultán”. Otra cosa
sucedió con un mito que de forma inconsciente los turcos
convirtieron en Universal y que perdura aún en nuestros días.
Juan
Hunyadi, padre del futuro rey húngaro Matias Corvino, era
uno de los más fieros enemigos de los turcos. Realizó frecuentes
campañas por los Balcanes consiguiendo que los príncipes
fronterizos, que a veces apoyaban a los turcos o a los reyes
cristianos según sus intereses, lucharan del lado magiar. Unos de
estos príncipes era el voivoda de Valaquia Vlad II que
formaba parte de la orden del Dragón promovida por el rey
Segismundo de Hungría precisamente para conjurarse en la
lucha contra los turcos. Dragón en rumano es “dracul”, de
manera que Vlad II adquirió el sobrenombre de “Dracul”.
Esta palabra tiene una doble acepción en rumano. Como hemos visto
significa dragón pero también “diablo”. Los hijos de
Vlad II fueron llevados a Constantinopla en calidad de
rehenes. Uno de ellos tenía el mismo nombre de su padre : Vlad
III Draculea o Vlad Tepes “El empalador” (la
terminación “ulea” significa en rumano hijo-de).
Fue este personaje histórico el que inspiró la famosísima novela
“Drácula” de Bram Stoker. Este escritor escocés
mezcló varias leyendas rumanas para crear su por doble partida
inmortal personaje. Vlad Tepes nunca consumió sangre, que se
sepa, pero su crueldad no tenía límites. Gustaba de empalar a sus
víctimas introduciéndoles por el ano una estaca que clavaba en el
suelo para que murieran lentamente entre horribles sufrimientos
mientras la madera penetraba en el cuerpo para resurgir por la
espalda. En una ocasión acabó con 30.000 personas de esta manera.
Es casi seguro que a pesar de que tal vez las circunstancias
políticas de su tiempo hacían “comprensible” este trato tan
inhumano, Vlad Tepes realmente disfrutaba con la agonía
humana. A pesar de todo a este cruel príncipe se le considera en
Rumanía un héroe en su lucha contra los otomanos. Y claro, puesto
que Valaquia y Transilvania conforman en conjunto la
actual Rumanía, los turcos tampoco son populares en este país...."