¿Nunca sale como en las fotografías? no te preocupes, no es tu culpa

Los libros y revistas de cocina están plagados de fotografías donde ingredientes y recetas están reflejados de manera perfecta. Los tomates son de un rojo intenso, los asados son de un perfecto dorado y las salsas carecen de grumos. Más de uno se ha sentido desfallecer cuando, aún siguiendo al pie de la letra las indicaciones de la receta, el resultado no se acerca ni por asomo a la imagen que lo ilustraba. Y no, no eres torpe ni tus ingredientes tienen nada que envidiar a los que emplearon para hacer la receta que copiaste. Se trata de trucos fotográficos, algunos de los cuales más que trucos son auténticas picarescas. Veamos algunas.

El primer truco que se nos viene a la mente es el uso de Photoshop. Si se utiliza para mejorar la imagen de las modelos, ¿por qué no se va a emplear para realzar la comida? Este programa informático permite hacer que un manjar brille de una manera especial o incluso borrar pequeñas imperfecciones - perfectamente naturales - que en fotografía podrían estropear la perfección que se trata de reflejar.

Otros trucos van más allá del simple retoque informático. Por ejemplo, es habitual emplear bolas de mantequilla teñidas de colores para simular helado, en parte porque el helado difícilmente resistiría el calor de los focos y en parte porque todos tenemos una imagen idealizada de los productos que éstos realmente no tienen. La mantequilla se funde más lentamente que el helado y sólo un ojo experto podría diferenciarlos. Si la sesión fotográfica va a ser larga en lugar de mantequilla se emplea grasa o manteca de cerdo.

Otro truco habitual para conseguir que la piel de las hortalizas brillen de forma espectacular consiste en bañarlas en glicerina. De esta manera permanecen inalterables y perfectas para soportar sin problemas una larga sesión fotográfica. Esta técnica también ha sido adoptada en los mercados y así tenemos que las naranjas, especialmente las que se venden fuera de temporada, se bañan en finas capas de cera para hacerlas más atractivas.

A menudo, aunque parezca imposible, los productos naturales son malos modelos a la hora de ser fotografiados. La leche se suele sustituir por cola blanca de carpintero mezclada con agua, aunque también se suele emplear yogur o champú diluido en agua.  

Una forma muy atractiva de fotografiar la comida caliente es mostrarla emitiendo ondas de vapor. Para conseguir este efecto los fotógrafos suelen ocultar en el plato pequeñas esponjas embebidas en agua que previamente han calentado en el microondas, aunque también se emplean bolas de algodón en incluso tampones.

La carne que va a ser fotografiada raramente se cocina puesto que pierde volumen por la pérdida de
agua. En lugar de cocinarla lo que se hace es pasarla por un soplete que la cocina "por fuera". Si es carne a la parrilla las marcas del grill se simular por medio de betún y si además queremos que brille y parezca deliciosa se emplea barniz (el mismo barniz que se emplea para barnizar una silla, por ejemplo).

¿Por qué las hamburguesas de la carta son diferentes de las que se sirven? Plasmar una hamburguesa tal y como no son es un arduo trabajo de ingeniería. Generalmente se emplea una óptica que la hace parecer mucho más grande de lo que es en realidad. La carne se pinta, se barniza o lo que sea para hacerla parecer mucho más atractiva de lo que en realidad es. La lechuga, el tomate y los pepinillos se tratan con colorantes y se fijan a la estructura por medio de pegamento. La loncha de queso fundente se consigue sumergiéndola en agua caliente para que parezca que está fundiéndose pero aún entera. El pan se refuerza por medio de cartones para que parezca mucho más voluminoso. Las semillas de sésamo se suelen pegar una a una guardando unas proporciones armoniosas. Preparara una hamburguesa real lleva alrededor de 5 minutos mientras que la destinada a una sesión fotográfica puede costar hasta dos horas de preparación.

La fotografía de las bebidas es un tema aparte. El cava y la cerveza burbujean mucho mejor si se les añade un poco de sal o azúcar. Algunas aguas con gas se deben fotografiar incorporando pastillas efervescentes como las de los antiácidos.

Algunos productos de bollería son demasiado porosos y la mermelada o la miel no queda bien sobre los mismos. Para reducir la porosidad se emplea laca para el pelo o bien se aumenta la viscosidad del producto que lo corona empleando...aceite de motor.

La capa de espuma que corona un capuchino se logra con jabón delicadamente colocado empleando una caña o pipeta.

Las aves - pollos, pulardas, faisanes, pavos ...  perfectamente horneados están crudos por dentro. Tal
y como ocurría con la carne se pasan por un soplete y luego se cubren con barniz, marcando detalles "naturales" del horneado con un poco de betún o pintura.

Las frutas cortadas se bañan en agua con limón para que no se oxiden y los colores se potencian por medio de software o empleando productos tan comunes como las barras de carmín.

El hielo de las bebidas se simulan con trozos de plástico. La bebida en sí se puede falsear empleando gel mientras que la condensación que perla el vaso se hace aplicando jarabe de maíz mezclado con agua.

La mayoría de los procesos descritos dejan la comida directamente incomestible pero impecable a la hora de fotografiarla. Unamos estos trucos a la pericia del fotógrafo y tendremos el por qué nuestra comida a menudo no se parece ni por asomo a la que aparece en las revistas.



Nota : todas las fotografías que ilustran este artículo corresponden a comida falsa.