Una receta tradicional sevillana, muy fácil y sencilla, propia de la Cuaresma que vendrá de forma ineludible después de Carnaval. Estemos preparados, al menos hablando de forma gastronómica.
INGREDIENTES (4 personas) :
6/8 lomos de bacalao (fresco o desalado)
1 Kg de tomate triturado
4 dientes de ajo
1 cebolla grande morada (dulce) o fresca
2 hojas de laurel
Sal
Vino blanco (opcional)
Pimienta negra molida
Aceite virgen extra de oliva
Podemos emplear bacalao fresco o desalado. En el primer caso tendremos que obtener los lomos, con menos espinas bien porque el pescadero nos lo prepare así o porque compremos bandejas con los mismos ya preparados. Si compramos bacalao salado deberemos desalarlo en agua durante 24 horas cambiando la misma al menos dos veces. Supongo que esto último será lo más habitual y barato.
Una vez desalados los lomos los escurrimos bien y los freímos en un chorro generoso de aceite de oliva de manera que quede dorado por todos lados. Si el bacalao es fresco lo salamos un poco, solo si es fresco ya que el desalado sigue conteniendo bastante sal por mucho que haya estado en remojo. Retiramos y reservamos.
A continuación picamos los dientes de ajo sin el germen verde del centro y la cebolla, todo muy fino, y los pochamos en el aceite donde hemos frito el bacalao además de las hojas de laurel partidas por la mitad. Cuando la cebolla transparente añadimos el tomate triturado (lo podéis hacer en casa o bien comprar una lata). Si en el fondo de la cazuela han quedado restos de la fritura adheridos a la misma podéis verter un poco de vino blanco para desglasarlo antes de verter el tomate.
Freímos el tomate a fuego bajo y lo salpimentamos al gusto. No lo hagáis a fuego fuerte porque entonces os quedará un tomate frito anaranjado. Cinco minutos antes del final de la fritura (que no debería durar más de 20 minutos) añadimos el bacalao.
Retiramos las hojas de laurel y servimos bien caliente.