Las llamo Flores Fritas porque las encuentras en una amplia zona de España con diferentes nombres ( florones, flores, flores fritas, flores manchegas, flores extremeñas...) y para no particularizar ni la localización ni un nombre concreto al menos todos estaremos de acuerdo en que representan flores y que están fritas.
Las Flores Fritas son representantes de dulces antiquísimos en que una masa de harina se freía en una grasa o aceite para luego endulzarla con miel. Este tipo de dulces ya estaban documentados desde los tiempos de Roma. A este mismo grupo pertenecen los actuales pestiños, los churros y un buen número de dulces europeos, desde Italia hasta Polonia.
Las Flores Fritas se encuentran en Castilla La Mancha y Extremadura, aunque actualmente se han extendido por gran número de otras comunidades. Las he visto en Andalucía y Galicia, aunque seguramente conocéis algún churrero de vuestra zona que también las hace y que no pertenece a ninguna de las comunidades mencionadas. Se solían comer en Carnaval o Semana Santa, aunque de nuevo han perdido la temporalidad para ser accesibles casi en cualquier época del año.
Las primera vez que las vi me parecieron muy difíciles de hacer pero una vez aprendida la técnica, son extremadamente fáciles de hacer. Se necesita, eso sí, un molde especial que se puede adquirir en cualquier tienda o en Amazon. Los hay de muy diferentes tipos pero recomiendo los más simples ya que los que poseen complicadas filigranas tienen tendencia a romper la flor si la masa con la que se impregnan no es perfecta.
La técnica es sencilla. Hacemos una masa en la que mojamos el molde para a continuación llevar el molde al aceite caliente hasta que la flor se desprende del mismo.
INGREDIENTES :
300 gramos de harina de repostería
150 ml de leche
150 ml de agua
6 huevos
1 pizca de sal
30 ml de anís, orujo u otro licor al gusto
1 naranja o anís estrellado (al gusto)
Azúcar glass (impalpable, azúcar polvo)
Canela en polvo (opcional)
Miel o Almíbar (opcional)
80% de aceite de girasol/maíz/canola + 20% aceite virgen extra de oliva
En primer lugar vertemos la leche, el agua, los huevos batidos, la harina, los huevos, el licor y la pizca de sal en el vaso de la batidora y mezclamos bien. Es la forma más rápida de hacer la masa que por otra parte quedará bastante líquida, tipo natillas o mayonesa clara.
En una sartén calentamos el aceite. Podéis usar solamente aceite de girasol pero si añadís aceite de oliva el punto de calentamiento ascenderá y podréis conseguir una mayor temperatura antes de que humee. Así se hará mejor.
En el aceite echamos una peladura de piel de naranja - sin la parte amarga - o anís estrellado. Es para dar más sabor.
Ahora debemos sumergir el molde primero en el aceite caliente.
Una vez el molde está caliente, sumergimos el molde en la masa que hemos preparado pero no del todo, solo tres cuartas partes del mismo. Si lo sumergimos del todo la pasta se adherirá al molde y será muy difícil que se desprenda.
Una vez el molde ya está cubierto, lo llevamos al aceite donde lo sumergiremos. Rápidamente empezará el burbujeo de la fritura y entonces, como por arte de magia, la pasta se separará del metal. Puede que lo haga lentamente, tengamos paciencia. Si le cuesta desprenderse con dar unos toques al metal debería bastar. Algunas se romperán, es inevitable. Es una de cada cinco. Si son más es que algo está mal en la pasta que hemos hecho.
Ahora ya la flor "libre" flotará sobre el aceite y el burbujeo habrá descendido mucho. Eso significa que ya está frita. Recogemos con una espumadera o similar y dejamos en una rejilla para que escurra el sobrante de aceite, para finalmente pasarla a una papel absorbente que elimine el máximo posible de aceite. Cuanto menos aceitosa, mejor.
Finalmente espolvoreamos azúcar glass y canela en polvo (esto último es opcional).
También si queréis se pueden bañar en un almíbar ligero o incluso en miel.
Un dulce que repetiréis a menudo, de eso estoy seguro.