Tarta de cerezas


Estamos iniciando la temporada de cerezas y a pesar de los problemas que los agricultores van a tener para colocar su producto en los mercados por la situación actual tarde o temprano habrá suficiente oferta para poder dedicar esta deliciosa fruta a otros menesteres que el simple uso como fruta de mesa. Uno de ellos será la confección de las sabrosas tartas de cerezas, una de esas reposterías que solo con mirarlas te dan ganas de darle un bocado.

La tarta de cerezas sería mucho más popular si no fuera porque eliminar el hueso de la fruta es algo complejo. Lo ideal sería disponer de un pequeño utensilio que hace el trabajo y que se denomina "deshuesador de cerezas". Se trata de una especie de pequeña alicate que expulsa el hueso de la cereza haciendo un poco de presión. Es fácil de emplear pero se debe hacer cada cereza una a uno, lo que a menudo es algo pesado pero mucho menos que cualquier otra solución puramente manual. Vale unos 10 euros.



Solventado este pequeño problema mecánico, pasemos a ver una receta muy sencilla de impactante presencia.

INGREDIENTES :

Alrededor de 800 gramos de cerezas (contanto el peso de los huesos y rabos, es decir, enteras)
2 hojas de masa brisa, de la que no sube
150 gramos de azúcar (y un par de cucharadas más para espolvorear por encima)
1 limón
3 cucharadas de maizena
2 cucharadas de mantequilla
2 cucharadas de leche
1 chupito de licor (opcional)

En primer lugar es importante hacerse con un molde para hornear pasteles de unos 22 cm de diámetro por 2 ó 3 de alto. Se pueden encontrar de silicona y también de aluminio (tanto multiuso como de un solo uso). El primer tipo permitirá un desmolde rápido y poder usarlo bastantes veces, pero resultará más caro. Los otros permiten varios usos (los rígidos de aluminio) o uno solo, dependiendo del tipo, requiriendo engrasarlo a conciencia para facilitar el desmolde.

Tras retirar el hueso a las cerezas las vertemos en un bol con la maizena, el azúcar, el zumo del limón y la piel rallada del mismo. Dejamos que macere durante 1 hora aproximadamente. Si queremos podemos añadir un poco de licor, a ser posible kirsch (licor de cerezas) pero también puede ser aguardiente u orujo.

Mientra maceran las cerezas, pasamos a preparar la base y la "tapa" de la tarta. Para la base extendemos sobre el molde una de las hojas de pasta brisa y la subimos por los bordes, cortando el sobrante. Vertemos sobre ella las cerezas maceradas y por encima de todo la mantequilla fundida. Con la otra hoja de pasta - y lo que haya sobrado de la que hemos empleado en la base - hacemos un enrejado por encima. Es un detalle decorativo que la hace muy atractiva visualmente hablando pero si estamos faltos de tiempo bastará con extender la segunda hoja sobre la capa de cerezas y practicar algunos agujeros para que escape el vapor.

Finalmente pintamos la tapa o el enrejado superior con leche para que brille al hornearla y espolvoreamos un par de cucharadas de azúcar granulada blanca.

Precalentamos el horno a 220 grados e introducimos la tarta durante 15 minutos, para a continuación reducir a 190 grados hasta que la masa quede bien dorada y el relleno de cerezas burbujee. Esto puede tardar unos 40 minutos y es posible que la masa se dore en exceso antes de que el relleno esté hecho. Para evitar esto lo mejor es cubrir la tarta con papel de aluminio cuando creemos que ya ha alcanzado el tono deseado y seguir con el horneado hasta alcanzar por lo menos los 40 minutos estipulados.

Una vez la tarta se ha horneado, la extraemos y dejamos enfriar a temperatura ambiente al menos durante 4 horas para que el relleno se consolide. Se puede servir tibia, calentarla ligeramente al microondas o ponerla a la mesa del tiempo. Más raramente se lleva al frigorífico.