Este pastel de procedencia alemana posee un sabor más suave de lo que pudiera parecer en principio. Se suele comer como acompañante mientras se degusta vino joven, una tradición muy popular en Alemania durante el otoño. Viene a ser el equivalente, con matices, de la tortilla de bacalao que se toma en las sidrerías del norte de España. En Alemania se emplea tocino o panceta, pero en España hacer tal cosa sería un sin sentido disponiendo de jamón de calidad, que además de ser mucho más gustoso es también infinitamente más saludable gracias al ácido oleico que aporta.
Básicamente vamos a hacer una masa de pan que se corona con cebolla picada mezclada con Legado Ibérico y se baña en crema agria previo paso por el horneado. Es por tanto un pastel salado que marida muy bien con vinos blancos, a ser posible jóvenes. Los alemanes no lo suelen consumir como primer plato aunque es perfecto para acompañar recetas de carne o hacer una comida de plato único acompañándolo de una ensalada. En cualquier caso en España sí sería aceptable como entrante ya que no es demasiado pesado y tampoco contiene excesiva cantidad de proteína y mucho menos de grasa.
INGREDIENTES (4/6 personas) :
Para la masa de la base :
- 500 gramos de harina de fuerza
- 250 ml de leche entera (algo más de un vaso)
- 1 huevo tamaño grande (XL)
- 50 gramos de aceite virgen extra de oliva
- 25 gramos de levadura fresca
- 1 cucharadita rasa de sal
Para cubrir la base :
- 1.5 Kg de cebollas (recomiendo moradas, que son más dulces, pero si no tenéis pueden ser frescas)
- 250 gramos de jamón ibérico*
- 200 ml (un vaso) de nata agria **
- 3 huevos grandes (tipo XL)
- 1 cucharadita de semillas de alcaravea
- Sal
- Pimienta negra molida
- Aceite virgen extra de oliva
* Para esta receta hemos empleado Jamón Legado Ibérico el Pozo que da unos magníficos resultados.
** si no tenéis nata agria, 200 ml de nata para cocinar y el zumo de un limón
De los ingredientes descritos dos son muy propios de Alemania. El primero es la alcaravea, una especia que casi no se utiliza en España pero muy popular en toda centro y norte Europa, donde se utiliza para aromatizar panes, quesos y hasta licores. Se puede prescindir de la misma o reemplazarla por semillas de ajonjolí por ejemplo. No obstante en Alemania se emplea mucho, así que si tenéis pensado confeccionar alguna otra receta del país, no estará de más que os hagáis con una poca.
La crema agria también es muy popular en toda Europa del norte donde se puede comprar en cualquier supermercado. Si no disponéis de la misma se puede preparar muy fácilmente con nata para cocinar (con un 18% de materia grasa) añadiéndole el zumo de un limón. Se deja reposar la nata durante una hora y transcurrido el tiempo ya tendréis nata agria. Más fácil no podía ser.
REALIZACIÓN :
En primer lugar calentamos la leche en el microondas para que quede tibia y en la misma diluimos la levadura. Dejamos 15 minutos en lugar oscuro y sin corriente de aire.
Mientras la levadura "engorda" mezclamos la harina con la sal. A continuación añadimos los 50 gramos de aceite de oliva, el huevo batido y la leche con la levadura. Mezclamos bien hasta obtener una masa homogénea. Si tenéis una máquina de amasar empleadla hasta obtener una masa suave. Si no es así, lo de siempre, emplead vuestras manos y paciencia.
Tras el amasado debemos cubrir la masa con un paño y dejarla en un lugar seco, oscuro y cálido para que fermente y crezca. Con 1 hora será más que suficiente.
Mientras esperamos que la masa suba, precalentamos el horno a 200 grados, calor arriba y abajo.
Para hacer la cobertura picamos las cebollas y las vertemos en una sartén con un chorrito de aceite. Salamos ligeramente para que escupan todo el agua. Vamos removiendo hasta que la cebolla transparente y entonces, si las tenemos, añadimos las semillas de alcaravea (o ajonjolí). Así la cebolla tomará el sabor de las especias. Cuando la cebolla ya está blanda incorporamos un poco de pimienta molida y ya podemos apartar del fuego.
En un bol batimos los tres huevos junto a la crema agria. Cuando estén bien batidos, añadimos la cebolla cocinada. Es el momento de añadir también el jamón ibérico cortado a tiras.
En un molde de silicona redondo de unos 20 cm de diámetro - o desechable bien engrasado - vertemos la masa de la base presionando con las manos para dejar un hueco central y que suba por las paredes del molde. A continuación rellenamos ese hueco con la mezcla de huevos, cebolla y jamón y la extendemos bien. Introducimos en el horno durante unos 45 minutos o hasta que la superficie se dora, mostrándose firme y seca cuando introducimos un palillo.
Se sirve caliente o templado.
Comprobareis que el sabor es suave como os prometí al principio de la receta y bastante parecido al de una quiche, con un contraste muy agradable entre el jamón y la dulzor de la cebolla.