Si al leer el título de esta receta habéis arrugado la nariz es que no sois leoneses ni probablemente asturiano, donde han adoptado esta receta por cercanía geográfica y por lo magnífica que es.
Primero cabe decir que la morcilla leonesa o matachana no es igual que el resto de morcillas que se realizan en España. La morcilla matachana se compone únicamente de sangre de cerdo y cebolla, más el añadido de algunas especias y sal, y no se come habitualmente - aunque puede hacerse - con la piel, si no que se vacía para extender el contenido sobre una tosta de pan a modo de tapa, para rellenar pimientos del piquillo, adornar un plato de pasta - e incluso pizza - y en general con los mismos usos que se daría a un paté de carne o ave. De hecho, aunque se encuentra con la clásica forma de "salchicha gorda, corta y abombada", tampoco es infrecuente que se venda en un tarro de cristal como los susodichos patés.
Por alguna razón, tal vez casual, resulta que el sabor de la matachana casa muy bien con la manzana y si es la de tipo Reineta, típica del Bierzo, mejor que mejor. Así una tapa bastante corriente es hacer una tosta de pan, untarla con matachana y ponerle manzana frita o cocida. Y la verdad es que queda muy bien.
Os voy a explicar varias maneras de hacer esta empanada tan particular.
INGREDIENTES (4 personas) :
- 4 ó 5 manzanas (a ser posible de la variedad Reineta)
- 2 hojas de pasta brisa (la que no sube)
- 2 ó 3 morcillas matachanas
- 2 huevos
- Aceite virgen extra de oliva
Opcional :
- 200 ml de nata para cocinar (alrededor de un 18% de materia grasa)
- 200 gramos de queso de cabra tipo rulo
- 2 ó 3 rebanadas de pan (tipo baguette)
Como he dicho hay varias manera de hacer esta empanada. Se puede optar por hacer un relleno tradicional compuesto por manzana y matachana, otro fuerte de queso de cabra y morcilla o bien uno más suave formado solo por matachana, pan y nata. Si no queremos mezclar la manzana con la morcilla, podemos colocar la primera sobre la empanada y la segunda en el interior, evitando así que quien sienta aversión por estas mezclas de dulce y salado se vea forzado a comerlas : con apartar la manzana problema solucionado.
En un sartén con una cucharada de aceite de oliva cocinamos 2 ó 3 manzanas cortadas en cubos pequeños hasta que empiecen a ablandarse. Es el momento de añadir la carne de las morcillas, cocinándolas durante unos 5 minutos. Luego batimos los huevos y los añadimos (se cuajarán en el horno). Aquí tenemos el primer relleno posible que sería también el más tradicional. El resto de manzanas lo podemos utilizar para decorar por encima la empanada, como si fuera una tarta de manzanas tradicional, aunque para este tipo de empanadas no se suele hacer.
Otro relleno posible prescinde de la manzana para pasar a cocinar la carne de las morcillas en un poco de aceite de oliva. Una vez dispuesto sobre la pasta brisa rallamos por encima el queso de rulo de cabra y batiendo los huevos los añadimos. La manzana se utiliza para decorar la superficie de la empanada y por tanto solo se emplean 2 ó 3 a lo sumo. El resultado es una empanada de sabor muy fuerte.
Un relleno más suave se obtiene calentando la nata y retirándola del fuego antes de que hierva. Añadimos entoces las rodajas de pan, las deshacemos con un tenedor, y luego incorporamos la carne de las morcillas y los dos huevos batidos. El pan dará cuerpo y el sabor será más ténue por la nata. De nuevo las manzanas se disponen encima de la empanada.
Ahora debemos disponer de un molde redondo de unos 22 cm de diámetro y 2 ó 3 cm de altura, el típico de pastel o empanada. Sobre dicha base colocamos una de las hojas de pasta brisa y la extendemos bien, sin estirarla, hasta que sobresalga por encima del borde del molde.
Vertemos sobre la base el relleno que deseemos (en este caso hemos hecho el relleno típico de manzana y matachana) mezclados con los dos huevos batidos. Se añade un poco de sal (conviene probar la mezcla antes de mezclar los huevos para ajustar el sabor) y si se quiere pimienta molida.
Cortamos un redondel de pasta brisa para cubrir lo anterior y lo cerramos bien por los bordes. Pinchamos la tapa con un tenedor para que no se rompa en el horno. Se puede pintar para que se dore con un poco de yema de huevo.
Precalentamos el horno a 180 grados y horneamos durante 30 minutos o hasta que está visiblemente dorada. Se sirve bien caliente.
Ya veréis que por muy extraña que os parezca esta receta la repetiréis a menudo, es de las que enganchan.