Este pastel es un clásico de la cocina norteamericana, principalmente del sudeste del país, aunque se puede encontrar en cualquier parte del país y se podría decir que del Mundo. Es probablemente el pastel esponjoso más universal tras el Selva Negra alemán y la Sache Torte austríaca.
En los Estados Unidos se suele encontrar en las pastelería en San Valentín, supuestamente porque el color rojo denota pasión. En verdad lo que más fama le ha dado ha sido el color rojo que en el pasado se debía al hecho de endulzarlo empleando remolacha debido a la escasez de azúcar. Es relativamente fácil obtener una especie de sirope dulce de la remolacha. De hecho algunas galletas que se realizan por Navidad emplean este endulzante en lugar del azúcar por una cuestión de tradición.
Una vez la escasez pasó, la gente siguió prefiriendo que el bizcocho fuera rojo, por lo que se empezó a emplear colorante alimentario.
El pastel es muy fácil de hacer. Se compone de tres finas capas de bizcocho coloreado en rojo alternadas por capas de un glaseado que puede ser de queso o bien de azúcar. Dicha disposición y el contraste entre el rojo y el blando da lugar a un aspecto al corte muy impresionante.
El bizcocho emplea buttermilk, es decir, suero de leche. Es un ingrediente muy habitual en la pastelería de los países anglosajones pero no tanto en España. Si no lo podéis conseguir os explico cómo hacerlo a partir de nata líquida.
Por cierto, es bastante habitual que las amas de casa norteamericanas adquieran en el supermercado mezclas liofilizadas que con solo añadir leche se convierten en el bizcocho o en el glaseado. Luego solo basta un poco de horneado y otro poco de manualidad para unir los elementos. Es cierto que podrían comprar un pastel ya hecho por poco más, pero esto choca un poco con la mentalidad americana. Las amas de casa tradicionales suelen ser maestras en el horneado de bizcochos (cakes) o realización de pies (empanadas). A veces, en la América más profunda, las llevan a concursos o se hacen bloggers o titktokers para mostrar sus creaciones. Tanto es así que hasta Hillary Clinton se vio obligada a demostrar que era capaz de hornear una tarta para ganarse al electorado más conservador.
En los años 50 del siglo pasado una empresa estadounidense lanzó un pastel que solo requería sacarlo del envase para degustarlo. Fue un fracaso. Cuando hicieron una encuesta preguntando por qué nadie lo compraba las amas de casa argumentaron que si todo estaba hecho se sentían inútiles. La idea de la empresa fue descomponer el bizcocho para que al menos pudieran añadir leche y luego hornear. Con este cambio el producto se convirtió en un éxito de ventas.
INGREDIENTES
Para los tres bizcochos
- 250 ml de suero de leche (buttermilk)
- 300 gramos de harina
- 300 gramos de azúcar
- 100 gramos de mantequilla
- 2 huevos
- 3 cucharadas de cacao en polvo
- 1 cucharada de colorante rojo alimentario *
- 1 cucharada de vinagre
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 cucharadita de levadura química (tipo Royal)**
- 1 pellizco de sal
* Revisad la cantidad que indique el fabricante según el peso del alimento a colorear. Si os quedáis cortos no quedará rojo intenso y si os pasáis resultará demasiado oscuro.
** Se usa poca levadura, no conviene que los bizcochos se abomben demasiado, más bien que queden planos pero algo esponjosos.
Para el glaseado
- 450 gramos de azúcar glass
- 100 gramos de mantequilla
- 100 ml de leche
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- 1 pellizco de sal
En primer lugar vamos a preparar las tres capas de bizcocho.
Batimos la mantequilla a punto de pomada - se ablanda durante unos segundos en el microondas - con el azúcar.
Añadimos los dos huevos batiendo bien para que quede una mezcla homogénea.
Se incorpora la esencia de vainilla.
Añadimos entonces el cacao en polvo y el colorante alimentario, batiendo bien. No os preocupéis si no queda del tono de rojo que deseáis. Tened paciencia y veréis que al final adquiere el color deseado.
Se tamiza la harina y se añade poco a poco en el suero de leche al que hemos añadido la cucharada de vinagre. Mezclamos bien.
Añadimos la mezcla de harina y suero de leche a la mezcla donde hemos vertido el colorante. Mezclamos a conciencia hasta que la masa queda homogénea, añadiendo la levadura química.
Precalentamos el horno a 180 grados.
Para hacer los bizcochos o bien se tienen 3 moldes redondos de unos 22 cm de diámetro y 2 ó 3 de alto o bien os veréis en la obligación de horner uno a uno los tres bizcochos.
Vertéis la masa en los tres moldes, previamente untados de mantequilla. Si queréis podéis emplear moldes con base removible.
Horneamos durante 25 minutos o hasta que al clavar un palillo salga completamente seco. Ya tenemos entonces los tres bizcochos para las tres capas. Reservamos dejando que se enfríen del todo.
Para hacer el glaseado que unirá las tres capas y formará la superficie del pastel procedemos a mezclar los ingredientes tamizando previamente el azúcar glass. Mezclamos bien, con varillas o varillas eléctricas, y ya podemos comenzar a montar el pastel.
Primero una base de bizcocho.
Encima de éste una capa generosa de glaseado.
De nuevo otro bizcocho y así sucesivamente hasta terminar glaseando la cima. También se suele cubrir los laterales del pastel con glaseado y decorar la parte superior con nata montada, cerezas en almíbar etc.
Ya se puede llevar a la nevera y a disfrutarlo !
Si no tenéis buttermilk / suero de leche a continuación podéis ver cómo se hace usando nata líquida.
Para hacer buttermilk necesitamos 400 ml de nata con un porcentaje de materia grasa (MG) del 35/38%.
La batimos con las varillas eléctricas hasta que montamos la nata. Una vez montada seguimos batiendo hasta que de repente se separará la matería líquida de la sólida (será como si se hubiera cortado). La materia líquida es el buttermilk, el cual separaremos por simple decantación, y el sólido será mantequilla. Con las cantidades reseñadas se pueden obtener unos 300 ml de buttermilk y alrededor de 25 gramos de mantequilla.