Las hamburguesas descienden de diversas preparaciones cárnicas típicas de Alemania. Estas recetas, parecidas a los llamados "bistec rusos" que consumimos en España, llegaron a los Estados Unidos a principios del siglo XIX donde se servían como "filetes al estilo de Hamburgo". Ese "estilo" se refería a que se trataba de carne picada, algo que permitía añadir a una misma pieza carne magra con otras partes más grasas e incluso añadir especias y cortes más baratos que permitía ofrecer el producto a un precio más asequible. Además se llamaba de "Hamburgo" porque en aquella época era el mayor puerto europeo y la mayoría de los emigrantes alemanes que arribaron a los Estados Unidos lo hacían partiendo del mismo.
Aunque en la actualidad se tiende más en los Estados Unidos a llamar a una preparación de carne picada "burger", la palabra hamburguesa sigue siendo ampliamente utilizada en el resto del Mundo, aunque muchos no sepan la razón exacta. Y menos lo sabrían si visitaran Hamburgo.
No existe ninguna receta alemana que se llame "hamburger". Ni en Hamburgo ni en ninguna parte de Alemania. Lo más parecido es una receta que se realiza en todo el norte del país que se denomina indistintamente frikadelle o buletten, según se emplee una palabra escandinava o francesa para nombrarla. Pues bien, son estas preparaciones cárnicas las precursoras de todas las hamburguesas que conocemos.
La palabra buletten o bouletten es un preśtamo del francés. Boulette significa "pequeña bola" en idioma galo.
INGREDIENTES (4 personas) :
- 300 gramos de carne picada (solo ternera o mezcla de ternera y cerdo)
- 1 panecillo duro de unos 100 gramos
- Medio vaso de leche (100 ml)
- Media cebolla morada
- 1 huevo grande (XL)
- Dos cucharadas de perejil fresco picado
- Mostaza fuerte (1 cucharada)
- Pimienta negra molida
- Sal (1cucharadita)
- Mantequilla clarificada
Desmenuzamos el pan duro vertiendo por encima la leche para que lo empape y ablande.
Picamos muy fina la cebolla y la añadimos junto al perejil a una sartén con un par de cucharadas de mantequilla. Pochamos hasta que transparente.
Añadimos la cebolla y el perejil al pan junto a la carne, la cucharadita de sal, la pimienta negra y la cucharada de mostaza. Amasamos bien hasta obtener una masa sólida y homogénea. Si vemos que queda demasiado líquida podemos añadir un poco más de pan.
Hacemos 4 bolas del mismo tamaño y los aplastamos ligeramente. Podemos hacer si queremos el doble de bolas para raciones más parcas.
Incorporamos mantequilla - a ser posible clarificada - en una sartén y freímos la carne 10 minutos por cada lado, evitando que se quemen pero cerciorándonos que queden bien hechas en el centro.
Se sirven generalmente al plato con sauerkraut o ensalada de patatas, mucho más raramente en un panecillo.