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Langosta a la griega con pasta

 

Esta receta en griego se llama "Astakomakaronada". Antes de que te astilles la lengua tratando de pronunciar el nombre de esta receta, vamos a descomponerla en las dos partes que la forman. Así de paso aprendemos algo de griego.

"Astakós" significa langosta en griego mientras que "makaronáda" es spaghetti. Por tanto el plato vendría a llamarse "Langosta con spaghetti". Si has notado que "makaronada" suena a macarrón, estás en lo cierto. Los griegos consumen pasta pero igual que lo hacemos los españoles, con escasas referencias y dándoles el nombre que mejor les suena. Si ellos llaman así a los spaghetti, nosotros llamamos "macarrones" al penne. 

Tiene en cierta manera mérito que los griegos coman pasta italiana. Los contactos entre griegos e italianos han generado bastante requemor en los primeros desde tiempos inmemoriales. Dejando aparte la conquista romana, los cuales no podían ser considerados italianos, lo peor llegó en la Edad Media. 

Las repúblicas italianas, especialmente Venecia y Génova, se dedicaron a saquear los restos del Imperio Romano de Oriente - de idioma griego - y además promovieron conversiones forzadas al cristianismo católico que practicaban en detrimento de la Iglesia Ortodoxa que controlaba el Patriarca de Constantinopla. Por si fuera poco, ya en los tiempos modernos, los italianos de Mussolini dominaron con mano de hierro diversas islas griegas hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. En resumen, que después de los turcos, los italianos tampoco salen bien parados entre las naciones menos amadas por los griegos.

La Astakomakaronada se considera una receta de la isla de Skýros, en el centro del Mar Egeo. Es una pequeña isla que no suele visitar ningún turista aunque por su posición estratégica cuenta con una base aérea del ejército griego. En verano es divertido ver cómo parten cazas de la misma para expulsar cazas turcos que se adentran en el espacio aéreo griego solo por molestar, día sí, día también. Así que si te encuentras en la playa y escuchas un ruido atronador se debe, salvo terremoto o erupción volcánica - también posible en Grecia -, a los juegos de guerra que se desarrollan sobre el disputado Egeo.

La isla de Skýros cuenta con 3000 habitantes y han mantenido la misma población durante al menos el último siglo salvo por un intervalo en que ocurrió una catástrofe que nos recuerda el presente.  A pesar de la lejanía y el aislamiento, en 1918 llegó a la isla la llamada Gripe Española. Dos tercios de la población contrajo la enfermedad y un tercio (sí, habéis oído bien, 1000 personas), fallecieron. Para la isla, que como todas ellas son como pequeños universos bastante endogámicos, perder un tercio de la población debió ser un shock brutal.

Hay varias maneras de hacer esta receta. La que se sirve a los turistas suele ser la carne de la langosta cocinada y vuelta a colocar en el caparazón - para que te des cuenta que comes langosta y de ahí la cuantiosa factura que vas a pagar al final del ágape - para que todo descanse sobre una cama de spaghetti...que a menudo el turista ni siquiera come.

La forma auténtica de preparar la astakomakaronada consiste en cocinar la carne de la cola en un caldo muy somero formado por la concha del animal, todo ello regado con licor ouzo, para luego agregar el spaghetti que se debe impregnar de dicha salsa. Así que a aparte de comer la carne de la langosta, te comes una pasta que ha tomado el sabor de la langosta. Luego ya si quieren añadir adornos para que te des cuenta de lo que comes, allá ellos.

INGREDIENTES (4 personas) :

  • 1 langosta de alrededor de 1 Kg de peso*
  • 300 gramos de spaghetti
  • 1 vaso de tomate triturado
  • 50 ml (un cuarto de vaso) de licor de ouzo
  • 1 cebolla morada
  • 1 diente de ajo
  • 1 cucharada de perejil picado
  • Sal
  • Pimienta negra molida
  • Aceite virgen extra de oliva

* La carne que podremos aprovechar es aproximadamente 400-500 gramos

En primer lugar vamos a proceder a limpiar la langosta.

Para ello, con sumo cuidado, cortamos la lámina que sujeta la cabeza con la cola, separándolas. Limpiamos el interior de la cabeza retirando las entrañas pero guardando el caparazón.

Con el mismo cuchillo afilado cortamos longitudinalmente la cola de la langosta extrayendo la carne del interior. Veréis que es una especie de gelatina casi transparente. Retiramos el intestino que corre a lo largo del lomo, el cual desechamos. 

A veces la langosta es portadora de huevas, que reservaremos, así como la carcasa de la cola. Las huevas se consideran un manjar y darán mucho sabor a la salsa. Eso si los lleva, que no siempre ocurre.

En una cazuela grande a fuego medio con un chorro generoso de aceite de oliva incorporamos las carcasas de la cabeza y la cola, removiendo constantemente hasta que se tornan de un color rojo intenso.

Cuando esto ocurra introducimos con cuidado la carne de la cola. Veremos que poco a poco pasar de ser traslúcido a ponerse de color blanco opaco.

Cuando esto ocurre, añadimos la cebolla picada y el ajo entero. Mantenemos hasta que la cebolla transparente, en general unos 3 minutos.

Pasado el tiempo se vierte el licor ouzo y se deja hacer hasta que se evapora la mitad (es fácil, gran parte es alcohol, así que se evaporará en cuestión de segundos).

Retiramos la cola y la colocamos en algún lugar donde se mantenga caliente.

Añadimos el tomate triturado y dejamos hacer a fuego medio-bajo con la cazuela tapada durante 10 minutos (no quitéis las carcasas ni las huevas, si las hubiera). Al final de la cocción salpimentamos.

Mientras tanto hervimos el spaghetti en abundante agua con sal para que quede al dente, según las indicaciones del fabricante.

Levantamos la tapa de la cazuela y añadimos la carne de la cola cortada en rodajas, retirando previamente las carcasas que reservamos. Dejamos hacer en conjunto un par de minutos, rectificando de nuevo de sal y pimienta. Si la salsa está muy espesa podemos rebajar con un poco de agua. 

Emplatamos los spaghetti y la carne de la langosta encima. Si queremos, podemos usar la carcasa (cabeza, cola, o partes de ambas) para decorar, reintroduciendo la carne de nuevo, más por decoración que por otra cosa. Se espolvorea perejil picado por encima y listo para servir.

Este plato no requiere queso rallado y lo más bueno, adivinad, es el sabor que adquiere la pasta.