Vamos a hacer un plato principal de carne que va a salir bastante barato - esta receta cuesta aproximadamente 10 euros - pero con una apariencia y sobretodo un sabor espectacular.
INGREDIENTES (4 personas)
- 1 lomo o solomillo de cerdo de unos 800 gramos
- 1 kilo de membrillos
- 1 rama de canela
- Sal
- Pimienta negra molida
- Aceite virgen extra de oliva
En primer lugar pelamos los membrillos y les quitamos las semillas. No desechamos las semillas ni la piel, sino que las ponemos a cocer en un litro de agua durante una hora. Colamos el líquido añadiendo inmediatamente después, aún caliente, la rama de canela. Observaréis que aunque el membrillo es de color amarillo, el líquido resultante es de color rojizo. Eso es lo normal cuando se cuece. Reservamos.
Mientras se hacen las peladuras y las semillas, ponemos a hervir la carne de las frutas en agua durante una media hora más o menos. No es para que se ponga blanda, sino para facilitar el horneado. Reservamos también.
Salpimentamos la carne frotando sal y pimienta negra en abundancia.
En una sartén a fuego medio-fuerte vertemos un chorro de aceite de oliva y cuando está bien caliente marcamos el solomillo o el lomo de cerdo (lo que hayáis elegido) por todos lados hasta que está dorado.
Depositamos el solomillo en una fuente que pueda ir al horno. Con el líquido resultante de hervir peladuras y semillas de los membrillos desglasamos el fondo de la sartén donde hemos marcado la carne. Vertemos este líquido por encima del solomillo.
A continuación cortamos la carne de los membrillos en gajos y los vamos colocando alrededor de la carne y también los bañamos en el líquido. Debe quedar aproximadamente un centímetro o centímetro y medio de líquido en el fondo de la cazuela, no hace falta emplear todo el jugo.
Precalentamos el horno a 180 grados.
Introducimos la carne y la fruta y dejamos hacer durante una hora aproximadamente, hasta que el solomillo se ve bien dorado y los membrillos están blandos. No olvidéis de ir mojando la carne con el caldo de la bandeja y si hiciera falta añadir más, se utiliza el sobrante de la cocción.
Para servirlo tenéis dos opciones. Se corta en medallones y se sirve junto a la fruta cortada o bien pasáis la fruta y el caldo por el pasapurés, salpimentáis y servís regando los medallones a un lado de los mismos.
La acidez del membrillo y la grasa de la carne hacen de este plato algo muy especial, por no hablar del aroma de la canela que los invitados notarán como sabor de fondo. Y aunque alguno seguro que habrá arrugado la nariz pensando que el sabor de este plato es "dulce", nada de eso. Es una combinación ácida y dulce, pero el dulce lo pone la carne de cerdo.