Borrachos de Tarancón

Borrachos de Tarancón con almíbar de naranja

Son uno de los dulces más populares de esta población situada en un lugar estratégico de la provincia de Cuenca colindante con Toledo, Madrid y Guadalajara. 

Es curioso pero no existe una receta fija para los mismos ya que cada tahona hacia la suya propia, hasta el punto que al cerrar algunas de ellas se ha perdido la forma en que se confeccionaban de forma casi irremediable. Es una constante que se repite en muchas zonas donde, ya sea por despoblamiento o por desidia de las instituciones que deberían velar por el bien cultural de nuestra gastronomía, hay recetas que ya no se hacen porque nadie se ha preocupado en recopilarlas y muchas veces, si aún se cocinan, se hacen más bien por intuición lo que da lugar a errores involuntarios en la ejecución.

Lo que sí coinciden todas las recetas es que a pesar de llamarse borrachos, no cuentan con ningún tipo de alcohol lo que las hace aptas para todo tipo de público. Como sabéis cualquier tipo de dulce se llama borracho cuando se moja con una mezcla de almíbar líquido y alcohol. Este "baño" puede ser de tal manera que sumerjamos la masa en el mismo durante cierto tiempo, que incluso se cueza en el almíbar o que simplemente lo rociemos por encima. En algunos casos hasta puede ser una especie de relleno. Véanse si no los borrachinos asturianos, los borrachos de Guadalajara y tantos otros "borrachos" que salpican la geografía gastronómica española. Pero ojo, que muchas veces estas recetas penden de un hilo. Pensad en poblaciones con unas pocas docenas de habitantes donde el panadero y confitero local decide cerrar el establecimiento y con ello la receta desaparece. Ocurre muchas más veces de lo que parece posible hasta el punto que a veces buscas una receta y es literalmente imposible encontrarla.

Os voy a dar la receta que más o menos se considera oficial y luego os añado, a modo de coletilla, una modificación opcional que suelo hacer y que consiste en un relleno de almíbar de naranja.

INGREDIENTES

  • 500 g de harina de fuerza
  • 250 g azúcar
  • 250 ml de aceite*
  • 200 ml de leche (un vaso)
  • 3 huevos
  • 25 g de levadura fresca
  • 50 ml de aceite para pintar
  • Ralladura de la piel de una naranja

* Se suele usar aceite de girasol para que no interfiera con el sabor. Usando de oliva, además de ser más caro, podría dar una nota de sabor discordante.

En primer lugar deshacemos la levadura fresca en la leche tibia para que vaya creciendo, dejándolo en un lugar oscuro y cálido durante 20 minutos.

Transcurrido el tiempo vertemos en un bol grande la harina previamente tamizada, el aceite y la leche con la levadura, además de 2 de los huevos. A continuación incorporamos la ralladura de la piel de la naranja (vigilad bien que no tenga nada de la cera blanca pues amargaría) y la mitad del azúcar, es decir, 125 gramos. Si tenéis amasadora o robot que haga dicha función (las panificadoras suelen tenerla) es el momento de usarla. En caso contrario, se requiere al menos una media hora de amasado. 

Llevamos la masa a un bol grande, la cubrimos con un paño de algodón y la colocamos en una zona cálida hasta que aumente el doble del tamaño como mínimo. Esto puede llevar entre una hora y media y dos horas.

Cuando la masa ha crecido retiramos bolas de un tamaño algo mayor de una pelota de ping pong. Como a veces es difícil hacerlas todas iguales, lo recomendable es pesarlas y que el peso sea igual para todas. Haced la bola rápido entre la palma de ambas manos para evitar que pierda el gas del fermento. Así os quedarán crujientes por fuera y suaves y blandas por dentro.

Estiramos estas bolas con un rodillo hasta formar un rectángulo, el cual pintamos con aceite. Hacemos un doblado en los laterales y los extremos, tal y como muestra la fotografía y espolvoreamos con azúcar por encima (los 125 gramos restantes, así que una buena cantidad).


Pintamos las superficies con el huevo batido restante para que al hornear queden los borrachos bien dorados. Reservamos.

Precalentamos el horno a 180 grados. Mientras el horno se calienta los borrachos volverán a crecer por efecto de la levadura lo cual les dará un aspecto más de "pan". 

Llevamos los borrachos a una bandeja de horno cubierta de papel sulfurado.

Horneamos alrededor de 15 minutos o hasta que se ven dorados y bien hechos. 

Tal y como he descrito la receta es la tradicional. Pero en mi caso suelo añadir un almíbar de naranja que le da un sabor todavía más potente.

Para hacer el almíbar de naranja

  • La piel de 2 naranjas sin la parte blanca
  • 2 vasos de agua
  • 1 vaso de azúcar
  • 1 cucharada de zumo de limón

Colocamos las peladuras de las naranjas en una cazuela con el agua. Calentamos hasta que hierva y en ese momento se añade el azúcar y el zumo de limón. Dejamos hervir, sin dejar de remover, hasta que el almíbar espese. Debe queda bastante espeso, de manera que al pasar la cuchara por el fondo haciendo una raya, el almíbar tarde un cierto tiempo en "cerrar la cicatriz". En ese momento retiramos las pieles de las naranjas, dejando enfríar por completo. ¿Y cuándo se añade el almíbar? Pues en el momento en que pintamos los rectángulos de masa con el aceite, justo encima de este. No en gran cantidad, solo con una pincelada gruesa. Luego el proceso de cierre de los pliegues y horneo es exactamente igual.

Y si no lo queréis con este almíbar, abajo tenéis un borracho de Tarancón más convencional, cortesía de Wikipedia.

A disfrutar de estos borrachos, una de esas maravillas dulces que corre serio peligro de extinción.