Morella es una preciosa población del interior de la provincia de Castellón de algo menos de 2500 habitantes a la que se puede llegar con relativa facilidad a través de la nacional 232 que la une por ejemplo con Vinaroz. Si accede a ella desde la costa castellonense el contraste es impactante. Morella se alza a casi 1000 metros, rodeada de otras elevaciones incluso superiores, lo que le da un aspecto de fortaleza compacta coronada por un castillo y puertas de acceso bastante bien conservadas. Además hay que ir preparado, ya que en la zona la temperatura es bastante baja y no es raro que nieve.
La economía de la población se basa en el turismo, el textil y la elaboración de embutidos. Cuenta también con importantes productos gastronómicos como el famoso flaó.
La palabra "flao" procede del latín "flado" el cual se refería a una masa de harina rellena de queso y huevos. De hecho en Ibiza el "flaó" es el postre estrella de la isla, consistiendo precisamente en una especie de pastel con un relleno como el descrito. Por esta razón es bastante poco verosímil la teoría de que el flaó de Morella procede del tiempo en que los árabes dominaron la zona ya que, como su nombre indica, es muy anterior al mismo.
En Morella los flaons tienen forma de empanadilla o media luna. La masa se hace con harina que se aromatiza con anís y otros vinos dulces o licores mientras que el relleno se realiza con brull, almendra molida y los mencionados huevos, aunque a veces también se añade un poco de miel y canela (no siempre). ¿Qué es el brull? El brull es un queso elaborado con el suero resultante de la confección de otros tipos de queso. Para que os hagáis una idea, el suero es aquel líquido incoloro que aparece en los yogures y que muchos, despreciando la cantidad de proteínas que incorpora, lo vierten antes de consumirlo.
El brull tiene diferentes nombres. Tal cual se denomina en el sur de Tarragona y Castellón, mientras que en las islas Baleares se llama brossat. No es exactamente lo mismo que el mató catalán o el requesón pero se puede emplear cualquiera de ellos si no encontráis ni brull ni brossat. De hecho se le parece mucho más la ricotta italiana. El brull no se sala ni se prensa, poseyendo mucho menos grasa que el queso convencional. Es, por así decirlo, proteína casi pura y debido a que no se realiza con sal, puede emplearse fácilmente en platos salados y dulces sin ningún problema.
INGREDIENTES:
- 500 g de harina
- 100 g de azúcar
- 100 ml (medio vaso) de anís
- 30 ml (un chupito) de aguardiente o vino dulce
- 200 ml de aceite suave de oliva
Para el relleno
- 2 huevos
- 100 g de almendra molida
- 150 g de brull, brossat (y si no es posible, podéis emplear ricotta, mató o requesón, en el orden de preferencia indicado)
- Canela en polvo
- 1 cucharada de miel (opcional)
- Sal
- Limón
Para el rebozado
- Azúcar blaquilla de la normal
- Canela en polvo
- 1 yema de huevo para dorar (opcional)
En primer lugar pasamos la harina por el cedazo para que haga grumos y quede muy suelta. Le damos forma de volcán.
Mezclamos en un bol el anís, el vino dulce o el chupito de aguardiente y el aceite. Esta mezcla la vertemos en el "cráter" del volcán.
Mezclamos bien hasta obtener una masa uniforme que se despegue de los dedos. Podéis emplear una amasadora o robot de cocina pero no es crítico y casi no merece la pena. Con unos 5 minutos de amasado suele ser suficiente.
Lo que sí es importante es que una vez tenéis la masa la coloquéis en un plástico film y la dejéis reposar en el frigorífico, en la parte más baja del mismo, durante unos 15 minutos. Esto servirá para que los aromas del anís se difundan bien.
Mientras la masa de las empanadillas está en reposo vamos a hacer el relleno. Para ello separamos las claras de las yemas de los huevos. Montamos las claras con las varillas con un pellizco de sal y dos o tres gotas de zumo de limón. Deben quedar bien firmes de manera que al dar la vuelta al bol las claras montadas no caigan. Reservamos.
En otro bol mezclamos las yemas con las almendras molidas y el brull. A continuación, y con cuidado, añadimos las claras montadas y las mezclamos con suavidad, usando una espátula de silicona y de arriba hacia abajo en movimientos circulares para que no se pierda el aire. Si queremos podemos añadir canela en polvo (una cucharada) y hasta una cucharada de miel.
Extraemos la masa y la aplanamos con un rodillo. Cortamos círculos con la ayuda de un molde de unos 12 cm de diámetro y el centro de cada uno de ellos depositamos un poco de relleno. Cerramos las empanadillas para darles forma de media luna, sellando bien los bordes. Opcionalmente podemos pintar cada empanadilla con la yema de un huevo para darle un color dorado extra, pero no es estrictamente necesario.
Precalentamos el horno a 180 grados y cuando se ha alcanzado la temperatura introducimos las empanadillas colocadas sobre papel sulfurado (papel de horno). Mantenemos unos 15-20 minutos o hasta que se doren bien.
Extraemos y dejamos enfríar. Luego vertemos en un plato o fuente azúcar blanquilla granulada (la normal) y canela en polvo. Con esta mezcla rebozamos los flaons y listos para comer.
Si visitáis Morella - de verdad merece la pena, la zona y la población son preciosas, con un increíble aspecto medieval - no olvidéis comprar flaons. Y si no podéis hacer la visita, con esta receta será casi como haberlo hecho. Seguro que la hacéis más de una vez.