Sucedáneo de Sacher Torte

Hace tiempo os proporcioné la receta de la Sacher Torte, esa tarta recubierta con un glaseado de chocolate que tan atractiva es a la vista y al paladar. La Sacher presenta alguna dificultad en su realización. Aquí os presento un sucedáneo prácticamente indistinguible del original y que se puede hacer en media hora o menos. A fin de cuentas esa es la principal finalidad de este blog, cocinar de todo en el menor tiempo posible. El bizcocho es de muy sencilla realización, emplea levadura química y sólo tenéis que trabajar un poco más el glaseado. A diferencia del Sacher original, este sucedáneo es preferible servirlo desde el frigorífico.
foto : sacher original en el hotel sacher (Viena)

INGREDIENTES :

1. Para el bizcocho :
- 200 gramos de harina para repostería
- 200 gramos de azúcar
- 125 gramos de yogur natural sin azúcar (una tarrina convencional)
- 100 ml (medio vaso) de aceite de girasol
- 3 huevos
- 50 gramos de cacao en polvo (opcional)
- medio sobre de levadura química (tipo Royal)
2. Para el chocolate glaseado de la cobertura :
- 200 gramos de chocolate en tableta al 70% mínimo
- 250 gramos de azúcar (mejor impalpable, sino de la normal)
- 50 gramos de mantequilla sin sal
- Un poco de leche (opcional)
3. Para el montaje final :
- 200 gramos de mermelada de albaricoque


El bizcocho se hace en un abrir y cerrar de ojos. Cogéis todos los ingredientes y los batís con la minipimer hasta que quede una pasta suave y homogénea. Si os gusta que el bizcocho tenga gusto a chocolate (por aquello de hacer un pastel 'negro') empleáis el cacao en polvo. Verted la masa resultante en un molde de aluminio desechable (de unos 20-22 cm de diámetro) y al horno que previamente habéis calentado a 180 grados. En media hora estará hecho (comprobadlo clavando en el centro un palillo : si sale limpio es que está bien horneado).
Mientras se hornea el bizcocho vamos a hacer la cobertura de chocolate. Hacéis trozos pequeños de las tabletas de chocolate puro y los colocáis en una cazuela con la mantequilla. Esa cazuela se situa al baño maría hasta que los ingredientes funden. Ahora añadid el azúcar. Si es impalpable o glass, como queráis llamarlo, será más fácil de absorber. Si no es así debéis probar de tanto en tanto para comprobar que los cristales se han disuelto, si no sería muy desagradable al paladar. Debéis remover constantemente. Si notáis que con azúcar convencional por muchas vueltas que le déis no se acaban de fundir los cristales podéis echar chorritos de leche - ¡muy poca leche o el glaseado no saldrá bien!- hasta que el fundido sea suave al paladar. Ahora lo dejáis hasta que temple.
Ahora cortáis longitudinalmente el bizcocho en dos mitades. Haced alguna marca para que luego al unirlas casen perfectamente. Untáis con la mermelada de albaricoque. Volvéis a cerrar. Con el resto de la mermelada se baña toda la superfície del pastel. Si el chocolate ya está tibio lo verteremos cuidadosamente sobre el bizcocho (y sobre la mermelada, claro está). Con la misma caída se repartirá uniformemente y sólo tendréis que retocar los laterales con la ayuda de un cuchillo de hoja ancha.
Dejad reposar el pastel. Si el glaseado está bien hecho no aparecerán fisuras ni se mostrará reseco. A la nevera y a servir cuando esté frio.