Hace tiempo recibí la pregunta de un lector preocupado por si la obesidad que él padece va
a ser heredada por su hijo que nacerá en breve. Esto es, si el niño
heredará la obesidad del padre como parte de su carga genética.
Indicar en primer lugar que éste es un tema controvertido y no está de
ningún modo cerrado. Algunos científicos la descartan siendo que para
ellos es el ambiente el que determina la posible obesidad del niño
mientras que otros defienden la carga genética como principal
responsable de la futura obesidad o delgadez de nuestros vástagos.
Todos hemos observado que los niños nacidos en el seno de familias
obesas tienden a ser obesos. También hemos dado por supuesto que las
conductas alimentarias poco saludables de los progenitores estaban
siendo adquiridas por sus hijos y era esa la razón de su obesidad
infantil. Y a menudo no hemos creído a esos individuos que aseguran que
comen muy poco y sin embargo engordan constantemente, también dando por
supuesto que no nos dicen la verdad. A la vez nos hemos percatado que
hay sujetos que comen de forma descontrolada y sin embargo se mantienen
con un peso normal o incluso por debajo de lo que deberían.
Hace ya tiempo que estas dos paradojas se trataron de explicar con la llamada teoría del Set Point Theory (Keesey,
1980). Esta teoría dice que el cuerpo humano actúa con el peso de la
misma forma que hace con la temperatura corporal o la presión sanguínea :
existe un punto de equilibrio que se trata de recuperar cuando se
produce una descompensación. Si nuestra temperatura corporal baja, el
cuerpo reacciona para recuperar la temperatura normal. Pues bien, lo
mismo ocurre con nuestro peso : si lo tratamos de bajar el cuerpo
reacciona tratando de recuperar el peso que "considera adecuado". El
punto de equilibrio varía según la ingesta de calorías, de manera que
cuando tratamos de bajar peso nuestro cuerpo trata de recuperar el peso
que considera "normal" y que está en un nivel muy elevado para los que
han sido obesos. Eso explicaría el efecto rebote de las dietas agresiva y
el por qué a algunas personas les cuesta tanto perder peso y sobretodo
mantenerlo.
¿Por qué varía este punto de equilibrio? ¿Por qué no se mantiene a un
valor fijo tal y como ocurre con la temperatura corporal, por ejemplo?
La respuesta es que depende de dos factores claves : de la cantidad de células adiposas y de la tasa metabólica.
Los adipocitos son células cuya principal misión es almacenar
grasa que luego se utiliza para generar la energía que nuestro cuerpo
necesita. Los adipocitos son los principales culpables de la
obesidad. Los adultos tenemos una cantidad fija de adipocitos. Si
engordamos los adipocitos aumentan de tamaño pero no varían en número.
En cambio se sabe que los niños CREAN ADIPOCITOS para almacenar
el extra de grasa que entra en sus cuerpos. De esto se deduce que si el
niño está por encima de su peso recomendado, dispondrá de un número
"extra" de adipocitos los cuales ya no le abandonarán en el resto de su
vida. Digamos que queda marcado de por vida con una tendencia al
sobrepeso.
La tasa metabólica o metabolismo basal es la cantidad mínima de
energía que necesita una célula para sobrevivir. Por decirlo de una
manera sencilla, es la capacidad de nuestro cuerpo para quemar de forma
más o menos rápida las calorías que consumimos. No todo el mundo quema
calorías de la misma manera. A igualdad de peso y edad un hombre tiene
un metabolismo basal más alto. A partir de los 40 años el metabolismo
basal se ralentiza y algunos individuos tienden a engordar.
Las células necesitan energía aunque estemos en estado sedentario. Lo ideal sería que fueran capaces de quemar en su totalidad esa ingesta extra de calorías que recibe, pero salvo casos excepcionales, no suele suceder. Para acelerar el proceso hay varios métodos. El más efectivo es hacer ejercicio físico, mientras que otros "trucos" pueden ser beber mucha agua, dormir poco abrigado, comer muchas veces al día pero poca cantidad etc. En cualquier caso está claro que dos individuos nunca tendrán metabolismos idénticos a menos que sean idénticos entre sí.
Tenemos que todos nacemos con los mismos adipocitos pero nuestro metabolismo basal es diferente sin que podamos hacer nada al respecto. Esto indica que la diferente forma de quemar las calorías entre los sujetos debe tener una razón genética a igual modo de vida, edad, sexo etc.. Pues bien, algunas investigaciones parecen indicar que la obesidad se hereda a través del ADN mitocondrial.
El ADN mitocondrial es el material genético de las mitocondrias, los orgánulos que generan energía para la célula. Dependiendo del tipo de carga genética vendrá determinada la capacidad del individuo para quemar calorías a nivel celular. A menor herencia de ADN mitocondrial, menor será la capacidad de quemar grasas. El ADN mitocondrial se recibe sólo de la madre, lo cual no quiere decir que sólo dependa de una madre obesa que nuestro hijo sea o no obeso. Hay otros muchos factores que pueden influir pero probablemente sea el ADN mitocondrial uno de los más importantes.
Así que imaginemos dos progenitores, o sólo uno de ellos, con problemas de obesidad, con muchos adipocitos y con una tasa metabólica baja. Esto no significa que nuestro hijo vaya o deba de padecer problemas de obesidad.
En primer lugar deberemos cuidar su alimentación para que durante la infancia no genere más adipocitos de los debidos. Esto se consigue manteniendo su peso dentro del percentil adecuado y con una alimentación sana y baja en grasas. Debemos de dar las raciones que nos indique el pediatra y nunca sobre alimentar. Comprendo que muchos padres ven con felicidad cómo su bebé se toma biberón tras biberón, pero eso no es lo mejor si sospechamos que hay obesidad hereditaria. Si logramos que durante la infancia el niño se mantenga en un buen peso NO DESARROLLARÁ ADIPOCITOS "EXTRA" Y ES DIFÍCIL QUE DE MAYOR PADEZCA OBESIDAD O AL MENOS SEA PROCLIVE A LA MISMA. Y luego claro está debemos acelerar su tasa metabólica. Tan pronto como sea posible deberemos inculcarle hábitos no sedentarios que tanto puede ser que practique deporte en la escuela o incluso ir con él caminando a la escuela en lugar de tomar el autobús o utilizar el coche.
Pero sobretodo es importante no convertir al niño en objeto de nuestra obsesión por el sobrepeso : las acciones simples y continuas son más efectivas que criminalizarle por consumir alguna golosina de vez en cuando o preferir algún producto graso ocasionalmente.
Las células necesitan energía aunque estemos en estado sedentario. Lo ideal sería que fueran capaces de quemar en su totalidad esa ingesta extra de calorías que recibe, pero salvo casos excepcionales, no suele suceder. Para acelerar el proceso hay varios métodos. El más efectivo es hacer ejercicio físico, mientras que otros "trucos" pueden ser beber mucha agua, dormir poco abrigado, comer muchas veces al día pero poca cantidad etc. En cualquier caso está claro que dos individuos nunca tendrán metabolismos idénticos a menos que sean idénticos entre sí.
Tenemos que todos nacemos con los mismos adipocitos pero nuestro metabolismo basal es diferente sin que podamos hacer nada al respecto. Esto indica que la diferente forma de quemar las calorías entre los sujetos debe tener una razón genética a igual modo de vida, edad, sexo etc.. Pues bien, algunas investigaciones parecen indicar que la obesidad se hereda a través del ADN mitocondrial.
El ADN mitocondrial es el material genético de las mitocondrias, los orgánulos que generan energía para la célula. Dependiendo del tipo de carga genética vendrá determinada la capacidad del individuo para quemar calorías a nivel celular. A menor herencia de ADN mitocondrial, menor será la capacidad de quemar grasas. El ADN mitocondrial se recibe sólo de la madre, lo cual no quiere decir que sólo dependa de una madre obesa que nuestro hijo sea o no obeso. Hay otros muchos factores que pueden influir pero probablemente sea el ADN mitocondrial uno de los más importantes.
Así que imaginemos dos progenitores, o sólo uno de ellos, con problemas de obesidad, con muchos adipocitos y con una tasa metabólica baja. Esto no significa que nuestro hijo vaya o deba de padecer problemas de obesidad.
En primer lugar deberemos cuidar su alimentación para que durante la infancia no genere más adipocitos de los debidos. Esto se consigue manteniendo su peso dentro del percentil adecuado y con una alimentación sana y baja en grasas. Debemos de dar las raciones que nos indique el pediatra y nunca sobre alimentar. Comprendo que muchos padres ven con felicidad cómo su bebé se toma biberón tras biberón, pero eso no es lo mejor si sospechamos que hay obesidad hereditaria. Si logramos que durante la infancia el niño se mantenga en un buen peso NO DESARROLLARÁ ADIPOCITOS "EXTRA" Y ES DIFÍCIL QUE DE MAYOR PADEZCA OBESIDAD O AL MENOS SEA PROCLIVE A LA MISMA. Y luego claro está debemos acelerar su tasa metabólica. Tan pronto como sea posible deberemos inculcarle hábitos no sedentarios que tanto puede ser que practique deporte en la escuela o incluso ir con él caminando a la escuela en lugar de tomar el autobús o utilizar el coche.
Pero sobretodo es importante no convertir al niño en objeto de nuestra obsesión por el sobrepeso : las acciones simples y continuas son más efectivas que criminalizarle por consumir alguna golosina de vez en cuando o preferir algún producto graso ocasionalmente.