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Bamies a la griega


Esta es una receta de verdura que emplea como elemento base quingombó u okra, como estéis acostumbrados a llamar a este vegetal.  

Se trata de un ingrediente prácticamente desconocido en España que sin embargo es de consumo masivo en África, América, Oriente Medio, Balcanes, Rusia y Sur de Asia. Es decir, en todos lados menos en Europa Occidental.

El quingombó recibe diversos nombres según donde nos hallemos. En África se suele llamar gombó, en América okra y en Oriente Medio y Balcanes se llama bahmie ó bahmia. La Real Academia Española de la Lengua lo registra como quingombó. En Grecia se consume de forma regular y se denomina también bamies. En América se consume en el área del Caribe, Brasil y Sur de Estados Unidos.

A primera vista parece un pimiento verde pequeño pero observándolo bien se ve que la sección es de forma pentagonal y el color menos fuerte. Desde luego no tiene nada que ver con los pimientos.

El quingombó es el fruto de una planta emparentada con el algodón. Es originaria del este de África desde donde se expandió hacia Oriente Medio y el oeste del continente, donde es muy apreciada. La trata de esclavos la llevó a América mientras que por diversos medios llegó al resto de Asia. El Imperio Otomano faciltó su introducción en los Balcanes, Grecia y Rusia.

Como ya he dicho se trata de un vegetal de pequeño tamaño (alrededor de 4-5 cm, los mayores de este tamaño son demasiado duros) de sección pentagonal. Al hacer un corte se observan cinco cavidades cada una de las cuales contiene semillas con las que se hace un sucedáneo del café que no contiene cafeína. Al cortarlo observaremos también una peculiaridad que hace del quingombó un ingrediente esencial para estofados. Segrega una substancia viscosa que al ser cocinada genera una pseudo gelatina. Por esta razón es muy empleado para espesar guisos de carne. Simplemente compramos quingombó de pequeño tamaño, les cortamos las puntas y los "rabos" para que salga la substancia gelatinosa y ya los podemos añadir a cualquier estofado, con un efecto análogo o superior a las gelatinas de origen animal.

El quingombó se consume dentro del estofado como cualquier otra verdura aunque siempre vigilando que sean de pequeño tamaño porque los grandes son demasiado duros.  En otros casos se cocinan tal cual, sin formar parte de nada, igual que si hiciéramos judía tierna, alcachofas o coles de bruselas. Es el caso de la receta griega que tratamos.

El quingombó se encuentra en los mercados de Oriente Medio en forma fresca pero también congelados. Con los congelados ocurre lo mismo que con los guisantes : son menos duros. Así que empleando quingombós congelados el tiempo de cocción se reduce notablemente.

Este es un vegetal extremadamente habitual, casi vulgar diríamos, en la zona. Aporta a nuestro los nutrientes habituales de los vegetales, siendo destacable su aportación en fibra, vitamina C , magnesio, vitamina B y calcio.

Vamos a emplear a partir de ahora la palabra "okra" para referirnos al mismo ya que nadie o casi nadie emplea "quingonbó", por mucho que sea la palabra aceptada por la Real Academia. Además es más fácil de escribir y pronunciar.

INGREDIENTES 

  • 1 kg de okra (congelada)
  • 2 vasos de tomate triturado
  • 1 cebolla morada (dulce)
  • 1 vaso de vinagre
  • 1 diente de ajo
  • Sal
  • Pimienta negra molida
  • Perejil picado
  • Aceite virgen extra de oliva
Tened en cuenta que en este caso se ha empleado okra congelada. Si fuera fresca los tiempos de cocción serían más elevados.

En primer lugar vertemos las okras en en un colador y los pasamos por el agua corriente del grifo. Luego los vertemos en un bol o barreño y las remojamos con el vinagre y la sal. Deben quedar bien impregnadas. Esto se hace para eliminar la viscosidad externa debida al mucílago. Es decir, en caso de no hacer este proceso, parece que la okra "babea". Si la okra se emplea para espesar un guiso el mucílago externo no importa demasiado pero en este caso, al ser mayoritaria en este guiso, es preferible eliminarlo (el mucílago no es perjudicial ni pasa nada con el mismo, es simplemente pegajoso).

En una cazuela honda incorporamos un chorro generoso de aceite de oliva y en el mismo pochamos la cebolla bien picada y el diente de ajo - sin el germen verde - también muy picado. Dejamos hacer hasta que la cebolla transparenta.

En ese momento añadimos las okras, previamente lavadas de nuevo para eliminar el exceso de sal y de vinagre. Vertemos por encima los dos vasos de tomate triturado y medio vaso de agua. Salpimentamos.

Agitamos la cazuela para que se distribuya bien el líquido. No metáis ninguna cuchara porque las okra son delicadas y se podrían romper con facilidad. Cocinamos a fuego medio-bajo durante 10 minutos. 

Precalentamos el horno a 200 grados. Si la cazuela donde hemos hecho el sofrito y están las okra puede ir al horno perfecto, la metemos y mantenemos durante 30 minutos. En caso contrario las llevamos a una fuente que sí pueda entrar en el horno y horneamos por igual periodo de tiempo.

Se extraen y sirven como cualquier otra verdura, espolvoreando por encima perejil picado. Están realmente buenas.