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Café de Paris (Ginebra)

Restaurantes peculiares los hay en todo el Planeta. Los hay que buscan notoriedad desde una mal entendida modernidad, otros maltratando a la clientela y otros porque son así. El Café de París de Ginebra, en Suiza, es de los que son así. No se le puede acusar de exceso de modernidad porque existe desde hace más de 60 años ni tampoco de maltratar al cliente mas allá de la dificultad para hallar mesa, pero sí de buscar notoriedad a través de algo tan aparentemente anticomercial como servir un único menú de ensalada y entrecot.
Ginebra es una de esas ciudades aparente y probablemente monótonas de Centro Europa que puede visitarse en una mañana o menos. Está situada en el vértice occidental de Suiza, justo en la frontera con Francia con la que comparte aeropuerto, a orillas del lago Lemán. El cantón donde se halla es de habla francesa. La principal atracción es el lago mismo que se puede navegar por medio de barcazas turísticas y a orillas del cual se encuentran poblaciones como Vevey (la sede de Nestlé), Montreux (famosa por el festival de Jazz) y Lausana. En el lado oriental desemboca el rio Ródano para surgir por el lado occidental ya camino de Francia y el Mediterráneo. También en la orilla de Ginebra se alza el Jet d'Eau, un chorro de agua a presión que se eleva muchos metros sobre la superficie del lago. Tan absurdo artefacto se ha convertido en símbolo de la ciudad apareciendo en innumerables fotografías y postales de la ciudad, algo parecido a la ubicuidad simbiótica entre la torre Eifel y París.

Algo que desconoce mucha gente es que la emperatriz austriaca Elisabet (Sissí) fue asesinada a orillas del lago cuando paseaba. El anarquista Luchenni le clavó un punzón muy fino que le atravesó el corazón. Después del ataque y la huida del agresor la emperatriz continuó caminando pero a los pocos minutos se desplomó a causa de la hemorragia interna sin que pudiera hacerse nada por ella. Una sencilla placa, frente a los embarcaderos, recuerda este trágico acontecimiento y creo que en la actualidad - hace muchos años que no piso Ginebra - se ha eregido una estatua sufragada por la legión de fans que aún admiran a esta mujer tal como fue, más allá de la imagen acaramelada y falsa que propagaron las películas de los años cincuenta.

También Ginebra cuenta con muchos museos y parques, así como una oferta cultural importante aunque no transgresora o vanguardista como podría encontrarse en Londres ó Berlín. Digamos que por mucho esfuerzo que ponga el consistorio no consigue ir más allá de ofrecer entretenimiento a los cientos de funcionarios, burócratas y hombres de negocio que visitan o viven en la ciudad. En efecto, Ginebra es sede de muchos organismos internacionales y un centro vital de las financias internacionales. Eso hace que la oferta de restaurantes y hoteles sea muy amplia.



El Café de Paris se halla en la calle Mont-Blanc que es aquella que continua hacia el norte el puente Mont-Blanc, donde el lago se estrecha en su parte más occidental para iniciar de nuevo el curso del Ródano y que lleva principalmente a la estación de tren de Cornavin.

El restaurante conserva un aire de principio del siglo XX. Y no sólo su aspecto es inamovible. El señor Boubier era propietario en los años treinta de un restaurante en la misma Ginebra denominado Coq d'Or e inventor de una salsa especial a base de mantequilla y hierbas que utilizaba para aliñar carnes a la brasa. El secreto era compartido por su hija que se casó con el propietario del Café de París. El yerno del señor Boubier, Dumont, conoció la receta a través de su esposa y entusiasmado tuvo la original idea de cambiar la orientación de su local, hasta el momento una brasería, para convertirlo en un restaurante donde sólo se serviría una ensalada y un entrecot bañado en la salsa especial inventada por su suegro. El éxito fue inmediato gracias a la cercanía de la estación de tren y la atrevida oferta. Y así hasta hoy en día. Invariablemente. ¿Que no teneis ni idea de francés? No os preocupeis, la camarera o camarero os sentará en la mesa sirviendo inmediatamente la ensalada verde - lechuga cortada muy fina - con aliño de limón y enseguida una bandeja especial montada sobre un infiernillo de alcohol donde se encuentra el entrecot a la brasa bañado en la famosa y secreta salsa. Este mechero de alcohol no sólo sirve para mantener caliente el entrecot sino también para mantener la salsa en un estado óptimo de temperatura. Podeis pedir vino y poco más. Ahí se acaba la oferta. ¿Y qué tiene de especial esto? Pues que a veces lo simple triunfa. Un buen entrecot de calidad y una salsa especial pueden hacer maravillas pero estar cerca de una estación de tren o en el centro de una ciudad cosmopolita, también. Nadie podría comer cada día un menú como este pero el viajero o turista casual lo hace una vez, como máximo dos, y exporta ese entusiasmo a sus lugares de origen. Ir a Ginebra y no comer al menos una vez en el Cáfé de París es un crimen imperdonable, de la misma manera que ir a Barcelona y no comer en el Set Portes también lo debería ser.

El Café de París mantiene en secreto la receta de la la salsa. Se ha especulado mucho con los ingredientes y actualmente, aparte de la mantequilla, se especula con la existencia de entre 20 y 30 hierbas y substancias como el ajo, la salsa worcestershire, el curry, el perejil etc. En cualquier caso el Café de Paris vende la salsa ya preparada a otros restaurantes que la sirven bajo licencia, generalmente de la cadena Entrecôte Café de Paris en lugares tan dispares como Londres, Kuwait, Dubai y Riyadh,. ¿Y por qué tantas ciudades árabes? Durante los calurosos meses de verano los árabes del Golfo adinerados suelen elegir Ginebra, entre otros lugares, como zona de residencia. El lago, la exhuberancia de las montañas nevadas, el verdor de los alrededores, la opulencia de una ciudad que exuda dinero y lo sabe hacer gastar a sus visitantes así como el clima fresco son imanes irresistibles para el árabe. Los ves pasear alrededor del lago con sus familias, tranquilamente enfundados en su vestimenta típica mientras degustan un cucurucho. Muchos gustan del Café de París. Lo adoran y lo quieren en su ciudad natal. Los árabes, avezados hombres de negocios sin problemas de dinero, se llevan a Ryadh el Café de París bajo el brazo. A fin de cuentas aves de paso como los esforzados viajeros de la Gare de Cornavin allá por los años treinta.
Café de Paris Rue du Mont-Blanc 26 CH - 1201
Ginebra
Tel. +41 22 732 84 50
Fax 022 731 46 39
Es aconsejable hacer la reserva con antelación, clara demostración que el Café de Paris ya no espera sólamente a los viajeros del tren.