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Igual y desigual (falsas creencias sobre algunos alimentos)

Es igual toma fruta que zumos envasados...FALSO. Los zumos envasados son menos ricos en vitaminas y minerales que las frutas de las cuales proceden. Por otro lado suelen incorporar azúcares u otros edulcorantes con objeto de hacerlos más agradables al paladar y como potenciadores del sabor, lo cual hace su ingesta a menudo poco recomendable. De hecho ni siquiera un zumo natural obtenido directamente de la fruta y consumido al instante es exactamente igual al producto de origen ya que por ejemplo suelen incorporar menos fibra al desecharse gran parte de la pulpa. EL CONSUMO DE FRUTA HA DE SER DIRECTO Y ES INSUSTITUIBLE PER NINGÚN OTRO PRODUCTO. LA MAYORÍA DE ZUMOS DE FRUTA ENVASADOS NO SON MEJORES QUE LOS DENOSTADOS REFRESCOS AZUCARADOS.

Es indiferente tomar queso, flanes, yogur etc mientras el
producto lleve leche....FALSO. Es cierto que algunos productos lácteos son directamente intercambiables entre sí, por ejemplo la leche y el queso, pero dicha afirmación deja de ser verdadera cuando incorporamos postre lácteos como el flan. Los postres lácteos incorporan azúcar y su consumo debe ser moderado. Podemos substituir los postres lácteos por yogur con bajo nivel de fermentación para que no sea demasiado ácido y además conserve parte de la lactosa de manera que conserve parte del dulzor natural de la leche. El yogur desde luego no deberíamos endulzarlo con azúcar ni otro edulcorante.

No como fruta pero como mucha verdura, así que no necesito la primera. CIERTO (EN PARTE). Las verduras y la fruta comparten muchas propiedades, pero no todas. Puesto que las frutas se suelen consumir crudas, el porcentaje de vitaminas que aportan es mayor en comparación con las verduras cocinadas. Si no podemos con la fruta, es conveniente doblar la cantidad de verdura que se consume cruda por ejemplo en ensaladas o incorporar frutas que se suelen emplear como hortalizas (tomate, aguacate etc). En cualquier caso es extraño que un individuo que no consume fruta suela ser aficionado al consumo de verdura. Digamos que productos tan similares suelen generar adhesiones o rechazos grupales.

Las grasas vegetales son más saludables que las animales. CIERTO. Las grasas animales son responsables de diversas enfermedades y se sabe que su consumo en exceso es responsable de ciertos tipos de cáncer. Las grasas vegetales en cambio presentan propiedades protectoras para nuestra salud. Deberíamos limitar el consumo de grasas animales a un máximo de una ingesta por semana.

Puedo complementar mi dieta consumiendo productos que incorporan los nutrientes que me faltan. FALSO. Es un error común compensar que no comemos fruta, por ejemplo, tomando otros productos que incorporan vitaminas propias de la fruta. Esto es un error puesto que  como ya he dicho anteriormente una naranja es un compendio de fibra, vitaminas y minerales que difícilmente serían reemplazables por un vaso de leche al que se le hubieran incorporado los aditivos necesarios para simular exactamente los beneficios nutricionales de la naranja. Estaríamos delante de una paradoja imposible, puesto que el coste de dicho vaso de leche debería ser igual a la suma del coste del lácteo más el de una naranja y ese diferencial de coste seguramente el consumidor no lo pagaría. 
A menudo los aditivos se limitan a brindar un nutriente que es bien conocido por el consumidor como referencia de un determinado producto. Así la naranja estaría representada como una fuente de vitamina C y para el consumidor añadir dicha vitamina en un producto de cualquier tipo vendría a significar que no hace falta tomar fruta ya que a nivel nutricional voy a obtener el mismo resultado, despreciando los aportes de fibra, minerales y otros vitaminas que aporta una naranja "real".
Este tipo de substitución es bastante compleja y requiere que leamos detenidamente la etiqueta de los productos. En ellas aparece la llamada CDR (Cantidad Diaria Recomendada) y que representa la cantidad del nutriente considerado consumido por unidad de producto. A menudo resulta complicado conseguir los niveles adecuados de nutrientes de esta manera si consideramos lo fácil que resulta conseguir lo mismo  comiendo de todo con moderación.
No porque la lógica claramente indique que añadir aditivos nutricionales es absurdo se ha dejado de hacer. De hecho es un fenómeno en claro ascenso. 
Para que veáis cuan estúpida es esta práctica ahi va el caso de la leche a la que se incorporar omega3. El omega3 es una grasa de tipo vegetal y por tanto beneficiosa para el ser humano. También se encuentra en el pescado azul y es de ahí de donde sale gran parte del omega3 que se incorpora como aditivo en diversos productos, generalmente lácteos. Así que gran parte del pescado azul que se pesca a diario se utiliza para extraer este tipo de aceite que luego se reincoporará a diversos productos. El ser humano necesita a diario el omega3 que contiene una sardina de tamaño grande. Pues bien, el omega3 que contiene una sardina se incorpora aproximadamente en 6 litros de leche, lo que hace dicho aditivo inútil como fuente alternativa  de dicha grasa. ¿No sería más fácil que comiéramos una sardina al día? Sería más fácil, pero menos productivo comercialmente hablando. Poder poner en la etiqueta del producto que se ha añadido omega3 es un valor añadido por el cual el consumidor paga aunque desde luego nadie le explica que se debería tomar 6 litros de leche al día para conseguir lo mismo que asando en la sartén una humilde y  barata sardina.