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Receta sencilla de croissants


La pasta de croissant no es hojaldre, aunque se le parezca. El hojaldre lleva agua mientras que la pasta de croissant contiene leche. Esta además necesita levadura, algo que no lleva el hojaldre. Además el hojaldre no lleva azúcar y puede por tanto contener rellenos salados o dulces mientras que la del croissant sí lleva azúcar (a menos que se prevea rellenarlo de algo salado, en cuyo caso se retira).

Hacer hojaldre es muy laborioso porque conlleva hacer centenares de plegado. Tampoco es más fácil la de croissant, pero se puede hacer un sucedáneo mucho más sencillo y con idéntico resultado. Hasta un francés lo aprobaría.

INGREDIENTES :

  • 400 gramos de harina de fuerza
  • 150 gramos de mantequilla
  • 250 ml de leche
  • 60 gramos de azúcar
  • 4 gramos (algo menos de una cucharadita) de sal
  • Levadura de panadero (16 gramos, un sobrecito)
  • 1 huevo para dar brillo a la pasta

Para hacer un almíbar ligero

  • 50 gramos de azúcar
  • 100 ml de agua (un cuarto de vaso)
  • 1 cucharadita de zumo de limón


En primer lugar vamos a engordar la levadura disolviéndola en los 250 ml de leche tibia (unos segundos de microondas) donde antes habremos disuelto también los 60 gramos de azúcar. Dejamos reposar en un lugar cálido, oscuro y sin corriente de aire durante 15 minutos.

Mezclamos la sal con la harina (recordard, menos de una cucharadita de sal y los 400 gramos de harina).

Mezclamos los ingredientes secos con los líquido, esto es, la mezcla de leche y levadura con la de harina y sal. Si tenéis una mezcladora-amasadora, es el momento de emplearla.

Una vez tenemos una masa homogénea la dejamos reposar durante 2 horas o hasta que doble el volumen.

Una vez ha doblado el volumen, dividimos la masa en 12 bolas iguales.

Con un rodillo aplanamos las 12 bolas hasta conseguir más o menos un círculo de unos 15 cm de diámetro y no más de 2 mm de grosor.

Ponemos la mantequilla a punto de pomada y con la misma pintamos la superficie de cada disco de manera que queden bien cubiertos. Cerramos los discos sobre sí mismos para volver a formar la bola que teníamos al principio.

Envolvemos cada bola en papel film e introducimos en la nevera por espacio de 30 minutos para que la mantequilla se solidifique.

Transcurrido el tiempo volvemos a sacar las bolas, les quitamos el plástico film y con el rodillo las aplanamos hasta conseguir un triángulo equilátero (todos los lados iguales) de nuevo con un grosor de la pasta de unos 2 mm.

Ahora elegimos una punta del triángulo - cualquiera vale - y la empezamos a enrollar hacia dentro como si estuviéramos recogiendo una alfombra. Al final tendremos un cilindro el cual bastará arquear un poco en los extremos, además de aplanarlos ligeramente, para obtener los famosos "cuernos" de los croissants.

Dejamos media hora para que los croissant suban un poco.

Pintamos cada uno de ellos con el huevo batido.

Precalentamos el horno a 200 grados.

Horneamos los croissants durante 10 minutos.

Reducimos las temperatura a 190 grados y continuamos horneando otros 10 minutos.

Mientras se hornean los croissants vamos a hacer un almíbar ligero. Vertemos en una cazuela el agua y cuando empiece a hervir incorporamos el azúcar y el zumo de limón. Bajamos el fuego y removemos hasta que espese. Mantenemos caliente y reservamos.

Extraemos entonces los croissants y antes de que se enfríen los pintamos con una brocha de cocina con el almíbar ligero. 

Dejamos enfríar y cuando la superficie se muestre seca, listos para comer.