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Tarta Selva Negra


La tarta Selva Negra es típica de la cocina alemana donde tiene el nombre Schwarzwälder Kirschtorte (literalmente Tarta de Cerezas de la Selva Negra). 

La Selva Negra es un macizo montañoso localizado al sur de la región de Baden-Wurtemberg (donde se encuentra la ciudad de Stuttgart, entre otras), en la frontera con Francia y Suiza. La zona está cubierta de un bosque espeso y muchos rincones naturales de gran belleza, lo que la han convertido en un lugar muy turístico. Parece ser que el nombre procede del apelativo con que los romanos llamaban a la espesa arboleda de abetos negros o tal vez describía la propia espesura del bosque, que impedía el paso de la luz diurna. En realidad no se sabe. 

Lo que sí se sabe es que esta tarta no alude a la zona, ya que aparece mencionada por primera vez en los años treinta del siglo pasado en una región alemana muy diferente y referenciado a un licor de cerezas muy popular por entonces. En cualquier caso la región de Baden se la ha "apropiado" y a menudo aparece como una receta tradicional de la zona aunque en realidad no lo sea.

La Tarta Selva Negra parece muy aparatosa y complicada de hacer aunque en realidad no es así. Se trata de tres capas de bizcocho de chocolate que se mojan en almíbar de cerezas (o licor), se unen por medio de nata montada y luego todo el conjunto se cubre a su vez de nata, cerezas en almíbar y escamas de chocolate. 

INGREDIENTES :

Para el bizcocho

120 gramos de azúcar

80 gramos de harina

50 gramos de cacao en polvo (sin azúcar añadido)

5 huevos XL

Para la nata montada :

500 ml de nata para montar  con 35 o (mejor) 38% matería grasa

50 gramos de azúcar glass

Para decorar y relleno :

2 potes de cerezas en almíbar (unos 200 gramos)

Escamas de chocolate


En primer lugar vamos a hacer el bizcocho.  Si queréis ahorrar tiempo podéis comprar el bizcocho ya hecho y cortarlo en tres discos iguales. Existen en el mercado aunque no siempre los hay de chocolate como se necesita para esta receta.

Batimos los huevos con el azúcar hasta que se forme una espuma densa. En ese momento añadimos la harina y el cacao en polvo pasándolos previamente por una cedazo o colador para que no haga grumos. Continuamos batiendo hasta que se forma una masa bien aireada.

Vertemos la masa en un molde de silicona (o uno metálico desechable bien untado de mantequilla) de unos 18 cm de diámetro.

Precalentamos el horno a 180 grados e introducimos el bizcocho durante 30 minutos. A partir de los 20 minutos es conveniente que clavemos un palillo en el centro y si sale seco indicará que ya está hecho. Ya sabéis, cada horno es un mundo independiente.

Una vez tenemos el bizcocho lo dejamos enfriar y desmoldamos. Procedemos entonces a cortarlo en tres discos iguales, usando un cuchillo largo.

A continuación montamos la nata batiéndola con las varillas hasta que  queda sólida. Al final del proceso añadimos el azúcar glass, batimos de nuevo para que se integre y lista para usar. Ya podemos montar la tarta.

Colocamos uno de los discos como base y lo pintamos con el almibar de las cerezas. No debe quedar empapado, solo ligeramente mojado.

A continuación lo cubrimos con nata montada (1 dedo o menos de espesor).

Cubrimos lo anterior con otro de los discos de bizcocho y repetimos el proceso : mojado con almíbar y cubierto de nata.

El últiimo disco de bizcocho se coloca a modo de tapa (este no hace falta mojarlo en almíbar) y la tarta al completo, incluso los costados, se cubre de nata montada y encima las virutas o escamas de chocolate (también se puede hacer con fideos de chocolate).

Ahora vamos a decorarla. Lo habitual es cargar una manga pastelera y hacer pequeñas rosetas que luego se coronan con una guinda. Y ya está listo, aunque lo recomendable es que repose en el frigorífico, parte baja, durante una hora para que fragüe mejor.

¿A que es más fácil de los que parece a simple vista?