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Ricciarelli de Siena


Los ricciarelli son unas galletas de mazapán a las que se les suele dar forma de óvalo. Son probablemente las galletas más populares de Italia y aunque antiguamente solo se realizaban por Navidad ahora se encuentran en cualquier época del año. Su característica más definitoria es la superficie agrietada que presentan y que las hace inconfundibles. Además, como otros dulces o galletas navideñas, pueden prepararse con mucha antelación porque guardadas en un contenedor metálico - el habitual para galletas - puede durar durante casi un mes.

Las ricciarelli descienden de la repostería árabe, aunque como dulces diferenciados de los mazapanes nacieron en el siglo XIV en la zona de Toscana. El otro dulce navideño característico de Siena es el famoso Panforte, así mismo con un origen medieval.


Siena es una población italiana de poco más de 50.000 habitantes localizada en la Toscana. Aparte de por la gastronomía, es mundialmente conocida por la carrera de caballos llamada Palio y sobretodo por su catedral gótica, probablemente la más impresionante y bella de toda Europa.

INGREDIENTES

  • 200 g de harina de almendras
  • 200 g de azúcar glas + 200 g para rebozar
  • 2 claras de huevo
  • La cáscara rallada de una naranja (sin la parte blanca que amarga)
  • 1 cucharadita de zimo de limón
  • 1 cucharadita de extracto de vainilla

En primer lugar en un bol grande mezclamos con unas varillas de mano las claras con el zumo de limón, la vainilla, la piel de naranja hasta obtener una mezcla espumosa.

A continuación agregamos el azúcar glas y la harina de almendras. Se mezcla hasta obtener una masa suave. Cuando ya no se pueda con las varillas, se usa una cuchara, espátula o similar.

Se forma una bola que se guarda dentro de un film transparente. Lo dejamos en el frigorífico durante 24 horas para que la masa absorba bien los aromas de los saborizantes.

Transcurridas las 24 horas, espolvoreamos sobre una superficie plana azúcar glas y sobre la misma damos forma a un cilindro del cual cortamos trozos iguales que nos permitan formar una galleta de unos 3 cm de ancho y 3 de largo (por poco menos de 2 cm de grueso). 

Cada uno de estos trozos los rebozamos en azúcar glas y les damos la forma ovalada tan característica, aunque no pasa nada si le damos una forma redondeada convencional, el sabor no cambia.

A partir de ahora gran parte de lo que vamos a hacer se hace con el único fin de que se formen las grietas de la superficie. Por eso es probable que os parezcan tonterías innecesarias pero bueno, es lo que hay. 

Colocamos los ricciarelli sobre un bandeja del horno cubierta de papel sulfurado.

Mojamos un pincel de cocina en agua, lo escurrimos para que solo esté humedecido, y con el mismo mojamos la superficie de los ricciarelli. Luego espolvoreamos de nuevo azúcar glas. ¿Para qué? Pues eso, para que se cuartee la superficie como si fuera un lugar con agua que se ha secado completamente.

Precalentamos el horno a 150 grados y horneamos a esta temperatura durante 5 minutos. Luego subimos a 170 grados durante otros cinco minutos - es entonces cuando se formarán las famosas grietas - y finalmente bajamos a 160 grados para hornear durante otros 5 minutos.  Lo dicho, este carrusel de temperaturas asegura que se forman las grietas...

Ya están hechas..o no. Notarás que han quedado blandas, así que cuidado. Las recogemos con una espátula y las ponemos a enfriar sobre una rejilla. Tardan 1 hora o a veces más en adquirir la dureza de una galleta.

Y listas. Con grietas o sin ellas, están buenísimas. Y como se pueden guardar durante 30 días, las puedes preparar ya y tenerlas listas en Navidad.