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Dulce japonés


En el Lejano Oriente no existen los dulces típicos que degustamos en Occidente. Las natas, cremas y otros ingredientes que derivan de la leche brillan por su ausencia porque, entre otras razones, la mayoría de los orientales son intolerantes a la lactosa. Eso no significa que no ingieran productos dulces aunque el orden en que los ingieren no suele ser el usual de Occidente. Así en China se sirven todos los platos a la vez y es el comensal quien decide en qué momento toma lo dulce o lo salado, cuando no simplemente toma bocados alternos de los mismos.

El mochi es un tipo de masa de consistencia gomosa que tanto puede ser dulce como salada. En este caso vamos a hacer dulces con la misma. La consistencia elástica se consigue empleando un tipo especial de arroz que una vez hervido se machaca - literalmente - hasta conseguir una pasta apta para confeccionar comidas dulces o saladas.  Como este proceso es lento y complejo quienes utilizan mochi suelen adquirir la harina ya desecada.

Encontrar la harina de arroz que se emplea para hacer mochi puede ser complicado fuera de establecimientos especializados en comida oriental así que he empleado harina de arroz normal y corriente que puede encontrarse en cualquier supermercado. El resultado ha sido más que aceptable.

INGREDIENTES :

150  gramos de harina de arroz
400 gramos de azúcar
180 ml de agua (algo menos de un vaso)
Harina de maíz

En un bol que pueda ir al fuego - preferiblemente de cristal o cerámica - mezclamos la harina de arroz con el agua. Mezclamos bien y si queda demasiado seca añadimos agua (una cucharada cada vez, ya que si nos pasamos y queda demasiado líquida no servirá para nada).

Ahora vamos a llenar una cazuela con agua para cocinar la pasta resultante al baño maría.  Para ello introducimos el recipiente donde hemos mezclado agua y harina en el agua y lo cubrimos con una tapadera. Con 20 minutos de cocción será suficiente.

A continuación volcamos el contenido del recipiente en otra cazuela a fuego bajo-medio. Añadimos 150 gramos de azúcar y trabajamos bien para que se disuelva en la masa. Sin dejar de remover añadimos otros 150 gramos y cuando de nuevo se han disuelto añadimos los restantes 100 gramos. Después de mezclar todo el azúcar la masa quedará con la consistencia de un mazapán un tanto líquido y bastante pegajoso. Es el momento de trabajarlo.

Vertemos la masa sobre el mármol de la cocina que previamente hemos embardurnado de maíz. Es conveniente que os frotéis las palmas de las manos con harina de maíz para evitar que la masa se pegue a vuestros dedos. Aplanáis la masa y sacáis un trozo del tamaño de un puño. Lo trabajáis para que envuelva aquello que os apetezca. Los japoneses suelen meter judías rojas dulces pero si eso os parece demasiado radical podéis rellenar el centro con mermelada de cualquier tipo, trozos de fruta, helado de cualquier tipo etc. El comensal quedará sorprendido por la textura del mochi y el sabor que encierra en su interior.

Un dulce más que recomendable y sorprendente.