Siempre he dicho que a la hora de adelgazar no debemos adoptar una determinada dieta como si de un tratamiento médico se tratara. : incómodo pero pasajero. Para que una dieta sea eficaz debe ser permanente y bien adaptada a nuestro modo de vida. No sólo se trata de perder rápidamente los kilos que nos sobran. La pérdida ya llegará tarde o temprano. Algo que va a durar para siempre debe ser atractivo al paladar. Si la dieta es restrictiva tanto en porciones como en sabor el sujeto tarde o temprano la abandonará. Por tanto me hacen sonreir algunas dietas que restringen el acceso a productos tan básicos como los lácteos. Una dieta debe proporcionar al individuo todos los nutrientes en la cantidad necesaria para su actividad física garantizando el placer gustativo. Eliminar los lácteos es contraproducente puesto que proveen al individuo de muchas vitaminas y minerales. Mi opción consiste en recomendar los productos semi o totalmente desnatados, pero nunca eliminar ni leche, ni yogures u otros tipos de lácteos. De hecho suelo optar por productos semidesnatados puesto que el sabor es mucho más aceptable que en los totalmente desnatados.
Aunque hay mucha controversia al respecto, parece ser que el calcio presente naturalmente en los productos lácteos favorece la eliminación de grasas a través de las heces. Con el calcio se inhibe la absorción de la grasa siempre y cuando empleemos productos lácteos desnatados o con poco contenido en grasa y cuya fuente de calcio sea natural, no añadida. A lo largo de un año es posible evitar la absorción de hasta 2 Kg de grasa, lo cual no es una cifra nada despreciable. Se han realizado estudios al respecto midiendo la cantidad de grasa eliminada en las heces con y sin lácteos. En la dieta con lácteos la cantidad de grasa eliminada era el doble aunque otros estudios cifran la disminución en un 20% aproximadamente. Esto no significa que eliminemos la grasa acumulada en nuestro cuerpo sino que impedimos que la grasa ingerida de otros alimentos tomados a la par que los lácteos se "quede" con nosotros. De esta manera acompañar la comida de un vaso de leche desnatada o acabarla con un yogur u otro postre lácteo ya no representaría una puñalada a la virtud de nuestra dieta. Claro que en esto nadie parece ponerse de acuerdo. Para algunos científicos los datos obtenidos en diferentes estudios son inconsistentes mientras que para otros las causas de este fenómeno no son realmente conocidas. En mi caso, que he experimentado una pérdida de 20 Kg con una dieta totalmente soportable, jamás he renunciado a los lácteos porque son una fuente inexcusable de calcio, otros minerales y vitaminas y ello no ha supuesto ningún problema a la hora de adelgazar.