Esta es una receta sencilla que nos permite comer pescado azul - y barato - durante varios días, siendo muy recomendable para el verano por consumirse en frío.
INGREDIENTES :
Dos docenas de sardinas de tamaño grande
Dos docenas de filetes de anchoa
Medio kilo de cebollas moradas tipo "Figueres" o chalotas
Un vaso de vinagre de vino
Aceite virgen extra de oliva
Un pellizco de azúcar
1 hoja de laurel, tomillo, romero.... (opcional)
Limpiamos las sardinas frescas y les quitamos la cabeza y la espina central. En el lugar que ocupaba la espina colocamos el filete de anchoa. Cerramos las sardinas friéndolas a continuación en abundante aceite de oliva bien caliente. Cuando terminamos de freir todas las sardinas, freímos las cebollas cortadas en juliana en el mismo aceite, añadiendo a continuación el vaso de vinagre (250 ml) y el pellizco de azúcar. Removemos hasta que la cebolla se dore.
Colocamos las sardinas en una olla de barro plana y las cubrimos con el aceite, el vinagre y la cebolla. Si queremos, podemos añadir una hoja de laurel (no es imprescindible) u otra hoja aromática. Dejamos las sardinas en adobo un par de días dentro de la nevera y ya están lista para consumir.
Observaréis que no hay sal en la receta. Las sardinas ya son saladas de por sí , además de que en el interior llevan un filete de anchoa y de que además la presencia del vinagre sazona suficientemente esta receta.
Por cierto, que cinco (5) humildes sardinas contiene la dosis diaria recomendada de omega 3 que necesita el ser humano, equivalente a tomar 3 litros de leche enriquecida con el mismo ácido graso pero a un precio mucho menor.