Estamos en plena época de alcachofas y sería una pena no aprovechar esta flor comestible en guisos de todo tipo.
La alcachofa es una planta con origen en el Mediterráneo. Se piensa que en concreto pudiera proceder de Egipto y Norte de África a través de la selección de cardos, con los cuales posee un parentesco directo. Los primeros usos culinarios o bien se dieron en el antiguo Egipto o a través de la cocina griega y romana. En cualquier caso ya aparece en recetarios italianos del siglo XV desde donde se expandió a Francia y España.
La parte comestible de la alcachofa son los botones o capullos antes de que florezcan. Cuando esto ocurre aparece un penacho color violáceo que vuelve incomestible a la alcachofa pero que a menudo se emplea en tiendas de floristería para decorar ramos o centros de mesa.
La alcachofa es muy rica en fibra por lo que favorece la saciedad y es muy indicada para personas que sufren de estreñimiento. Un dato curioso es que las alcachofas contienen enzimas que permiten cuajar la leche y con ello confeccionar quesos.
Las alcachofas se pueden preparar de muchas maneras: a la brasa, rellenas, rebozadas, en cremas, menestra o cocidas. En este caso vamos a hacer un sabroso estofado que gusta hasta a aquellos que son más reticentes a las verduras. De hecho la alcachofa es la verdura que menos sabor a verdura tiene.
INGREDIENTES (4 personas)
- 6 a 8 alcachofas
- 1 Kg de patatas
- 1 cebolla
- 1 diente de ajo
- Medio vaso de tomate rallado
- Sal
- Aceite de oliva
- Agua o caldo
- Vino tinto
- 1 ó 2 hojas de laurel
Para las albóndigas
- 500 gramos de carne picada (puede ser solo de ternera o mezcla al 50% de cerdo y ternera)
- 1 huevo
- 1 cucharada de pan rallado
- Perejil picado
- Media cucharadita de sal
- Pimienta negra al gusto
- Harina de trigo
En primer lugar limpiamos de hojas duras las alcachofas y dejamos solo las más tiernas del centro. Luego cortamos cada uno de los botones resultantes en 4 trozos. Luego los salpimentamos ligeramente y rebozamos en un poco de harina de trigo.
En una cazuela a ser posible de barro vertemos un poco de aceite de oliva y a fuego medio pasamos los trozos de alcachofa hasta que se doren ligeramente. Retiramos y reservamos.
Para hacer las albóndigas vertemos la carne en un bol y mezclamos con un huevo batido, una cucharadita perejil picado y media de sal, así como una cucharada rasa de pan rallado (se puede añadir más si la masa queda demasiado líquida). Amasamos hasta obtener una masa suave. Si queremos podemos añadir un poco de pimienta negra.
Extraemos bolas del tamaño de una pelota de ping pong y les damos una forma lo más redondeada posible. A continuación las hacemos rodar sobre un poco de harina de trigo y las freímos en el mismo aceite donde hemos frito las alchachofas. No hace falta que se hagan del todo, solo que se tuesten ligeramente. Retiramos y reservamos.
En la misma cazuela pochamos la cebolla y el diente de ajo, sin el germen verde del interior, bien picados. Cuando la cebolla transparente añadimos el tomate rallado y dejamos hacer hasta que el sofrito liga.
Añadimos entonces un vaso de vino tinto y a fuego medio dejamos que se evapore un tercio, aprovechando para desglasar el fondo de la cazuela.
Pelamos las patatas y las cortamos en cubos no demasiado grandes. Incorporamos a la cazuela y cubrimos a ras de agua o de caldo, acompañadas de las hojas de laurel. Cubrimos y dejamos hacer durante media hora más o menos.
Añadimos entonces las albóndigas y si falta líquido añadimos hasta que las cubra pero a ras. Cubrimos y dejamos hacer hasta que las patatas se empiezan a ablandar. En ese momento destapamos la cazuela y dejamos que el líquido se evapore en parte y que espese. Añadimos entonces los trozos de alcachofa y dejamos hacer hasta que todo está blando y el caldo espeso. Rectificamos de sal y pimienta y listo para servir, ya sea con caldo o bien seco, según el gusto de cada uno.
Un plato único perfecto para aprovechar al máximo esta verdura tan magnífica.