Nuevo libro

Rosquillas de Aguardiente de Castejón (Cuenca)

Rosquillas de aguardiente tamaño casi "familiar"

Castejón es un pequeño pueblo de la provincia de Cuenca muy cercano a Guadalajara, a unos 50 kilómetros más o menos de la capital de provincia. Creo que no llega ni a los 200 habitantes. Pero que el tamaño no os engañe porque de inventiva y talento van sobrados. En Castejón nació José Luis Perales, considerado uno de los mejores compositores de canciones en lengua española de todos los tiempos, autor de por ejemplo "Por qué te vas", interpretada por Jeannete o "¿Y cómo es él?", cantada por él mismo. 

Otro "producto" singular de Castejón son las rosquillas de aguardiente que a veces se confunden con las rosquillas de anís de Cuenca pero no son la misma cosa. Por un lado el término de aguardiente significa el destilado de un fermento alcohólico. Es decir, que hacemos fermentar un producto base y luego aumentamos el volumen de alcohol evaporando el mismo a 80 grados (para que el agua no lo haga tan fácilmente) y luego condensándolo por medio de un alambique. Por esa razón las bebidas alcohólicas fermentadas (como el vino o la cerveza) nunca van más allá de los 12 grados mientras que los destilados pueden alcanzar 40, 60 y a veces hasta 80 grados.

Por tanto un aguardiente sería cualquier bebida destilada y eso englobaría el ron, el whisky, la ginebra, el anís etc. Vamos, la práctica totalidad. Estos serían aguardientes "complejos" a los que se han añadido hierbas o saborizantes para dotarles de un sabor particular. Los aguardiente "simples" son los que se obtienen por simple destilación de por ejemplo la uva o el orujo de la misma, sin añadirles ningún sabor adicional. Estos aguardientes suelen ser de producción muy local y van cayendo en desuso pero por fortuna aún se destilan de una manera casi artesanal. Antiguamente se solían hacer en plan familiar pero con todas las legislaciones, registros sanitarios e impuestos, cada vez se hacen menos. Bueno, pues estas rosquillas emplean un aguardiente simple como los que aun se encuentran en Cuenca, Galicia, La Mancha y en las dos Castillas (que yo sepa).

Además de eso estas rosquillas solo necesitan trigo, aceite de oliva o girasol y azúcar. Ni levadura, ni huevos ni nada. Son fáciles de hacer pero requieren trabajar la masa para obtener un buen resultado.

INGREDIENTES

  • 1 Kg de harina de trigo
  • 400 gramos de aceite de oliva o girasol
  • 400 gramos de aguardiente simple
  • 400 gramos de azúcar


Os habréis dado cuenta que he dado todos los ingredientes a peso, incluso los líquidos. Esto tiene una razón de ser. La harina ha de ser siempre entre el 40 y 45% del peso total mientras que el resto de ingredientes deben repartirse a partes iguales el 60-55% del peso restante. Por ejemplo, si queréis hacer solo 1 Kg de rosquillas, se necesitarán 450 gramos de harina de trigo y 180 gramos de aguardiente, 180 gramos de azúcar y 180 gramos de aceite de oliva. 

En cuanto al aceite a ver, prefiero usar aceite de oliva suave pero 400 gramos es casi medio litro. Al precio que está, como para pensárselo dos veces. Con aceite de girasol queda también bastante decente y hay gente que lo prefiere para no notar tanto el sabor a aceite.

El azúcar es el normal, blanco granulado. El aguardiente no es resolí por mucho que sea el licor típico de Cuenca. El que empleo es el Tonelete, que lo venden en garrafas de plástico de 3 litros (de plástico, como las de agua) y es de orujo, por tanto del tipo simple. Tiene una graduación de unos 40 grados pero como estas rosquillas se hacen al horno todo el alcohol desaparece muy rápido. Cualquier aguardiente de orujo seguro que os sirve, siempre y cuando no tenga mucho sabor. A ver, se puede hacer de anís, pero sabrá mucho a anís.

En primer lugar mezclamos el aceite con el aguardiente y el azúcar y batimos bien para que quede todo bien disuelto en un bol o barreño bien grande.

Luego vamos añadiendo la harina poco a poco a través de un tamiz o colador para que no haga grumos. Mezclamos bien y amasamos. Si tenéis amasadora o un robot de cocina con esa función, es hora de emplearlo. Se necesita un mínimo de 45 minutos de amasado manual, así que será como haber ido a pilates o corrido una maratón si lo hacéis a mano. Con la amasadora todos esos sudores que os ahorráis. Se debe hacer así porque no lleva levadura y cuanto más se trabaje el gluten hará más efecto, dejándolo esponjoso. Dejamos descansar unos 10 minutos.

Cuando ya ha quedado una masa homogénea vamos separando bolas de unos 100 gramos para hacer una rosquilla grande - del tamaño del interior de un plato de postre -. Hacemos rodar la bola sobre una superficie lisa y seca y luego estiramos hasta hacer una tira larga de unos 12 centímetros (el ancho el que den los 100 gramos). Ahora viene un truco que consiste en hacer una muesca con el pulgar sobre este cilindro ligeramente aplanado. A mi no me sale y aunque dicen que es muy importante para que la rosquilla quede bien lo que hago es hacer marcas con el reverso de un cuchillo como si fuera una barra de pan. Luego se unen los extremos y ya tenemos la rosquilla hecha.

Precalentamos el horno a 180 grados. Colocamos las rosquillas sobre una bandeja cubierta de papel sulfurado e introducimos durante unos 25 minutos o hasta que la superficie está bien dorada-oscura. No les quitéis el ojo de encima, que cada horno es diferente.

Se extraen, se dejan enfriar y listas para ser comidas. Seguro que cuando les pilléis el truco las hacéis a menudo. Y si no os pasáis por Castejón que pese a ser tan pocos tiene un par de panaderías donde hacen las mejores rosquillas de aguardiente del Mundo.