Esta receta es apta para aquellos que sufren de intolerancia a la lactosa o para aquellos que tienen problemas con el azúcar. Os daré la equivalencia de azúcar con respecto al sirope de ágave por si queréis substituir éste último. Es preciso que antes de explicaros la receta os de algunos detalles.
En primer lugar la leche sin lactosa sólo deberían tomarla las personas que carecen de la enzima lactasa y que por tanto son intolerantes a la leche convencional. La lactosa es el "azúcar" de la leche, por decirlo de una forma simple y la enzima lactasa la que acelera la digestión de la misma. Las personas intolerantes son aquellas que o bien nunca han tenido dicha enzima o bien la han perdido por alguna razón. Una de las posibles razones de perder la enzima lactasa, un hecho que ocurre de forma natural a gran parte de la humanidad como a los orientales que no consumen leche mas que en su infancia, es dejar de tomar productos lácteos durante largos periodos de tiempo. Existe por tanto el peligro de que si consumimos leche sin lactosa por simple moda o pensando de forma errónea que nos facilitará la digestión nos volvamos realmente intolerantes a la misma.
El sirope de ágave es menos dulce que el azúcar y aporta menos calorías, lo cual no quiere decir que no las aporte. Esto significa que no se trata una receta baja en calorías.
El ágave es menos dulce que el azúcar pero la leche sin lactosa es más dulce, con lo que el dulzor queda compensado. El agregado de manzana proporciona un extra de fructosa que acaba de arreglar el asunto.
Otro problema viene dado por el carácter líquido del sirope de ágave. Para compensar este efecto aumentaremos la cantidad de pan a integrar en el pudding de manera que absorba el exceso de humedad.
INGREDIENTES (4 personas) :
Medio litro de leche sin lactosa (si queréis emplear leche normal emplead la misma cantidad)
2 manzanas
7 rebanadas de pan de barra
100 gramos de sirope de ágave (125 gramos si empleáis leche convencional)
2 huevos
1 palo de canela
La piel de un limón
Harina blanca de trigo
En primer lugar hervimos la leche con el palo de canela y la piel del limón pero sin la parte blanca que daría un gusto amargo. Cuando la leche empieza a subir retiramos del fuego, quitando la canela y el limón.
Añadimos de forma inmediata las rebanadas de pan aplastándolas con la ayuda del tenedor. No es preciso que quede un puré homogéneo ya que queda mejor una masa un tanto "basta". La pasta resultante debe quedar con poco o ningún líquido.
Añadimos entonces el sirope de ágave y los dos huevos. Removemos bien. Veréis que con la adición de tanto líquido - el que aporta los huevos y el ágave - ahora la masa es más bien líquida, lo cual ya es correcto.
Pelamos las manzanas y las cortamos en cubos que añadimos a la masa, sin triturar ni remover. Si no queréis que los trozos de fruta se hundan al fondo lo mejor es enharinarlos. Vertemos la masa en un molde de silicona o aluminio - este último engrasado con mantequilla y enharinado - que pueda ir al horno.
Precalentamos el horno a 190 grados e introducimos el molde durante media hora exacta. El pudding subirá y cuajará, así que escoged un molde que permita alojar la masa sin desbordarse.
El pudding estará listo cuando clavemos un palillo en el centro y salga seco. Retiramos del horno y dejamos enfríar. Como no lleva levadura, bajará de volumen lo cual es normal. Una vez frío introducimos en el frigorífico. Al cabo de un par de horas ya estará listo para comer.
Un pudding muy sabroso que nadie notará que se ha hecho sin azúcar ni leche convencional a no ser por el hecho de que queda de un color más oscuro debido al uso de ágave.