Vamos a cocinar un pollo de una forma más lenta de lo habitual para conseguir que se cocine prácticamente con sus propios jugos. El resultado será un pollo suave, muy tierno, cuya carne se desprenderá del hueso con suma facilidad.
INGREDIENTES (4 personas) :
Un pollo entero cortado en cuartos (como si lo fuéramos a hacer al ajillo) de 1.2 Kg por lo menos
1 cabeza de ajos
Un vaso de agua
Aceite virgen extra de oliva
Sal
En primer lugar lavamos el pollo y lo salamos a conciencia. Colocamos los trozos en una bandeja o fuente que pueda ir al horno. Colocamos una cabeza de ajos en la bandeja - no hace falta pelarla, si acaso desprender algo de la piel que la cubre - y vertemos el agua. Rociamos el pollo con un chorro de aceite de oliva.
Precalentamos el horno a 60 grados centígrados. Introducimos la bandeja y dejamos hacer durante 4 horas. Transcurrido el tiempo elevamos la temperatura a 250 grados y dejamos hacer 5 minutos, pasados los cuales damos la vuelta a los trozos de pollo y mantenemos otros 5 minutos para conseguir que se dore perfectamente por ambos lados.
Ya digo : ni manteca, ni mantequilla, ni hierbas aromatizantes, ni rellenos, ni nada : será el pollo más sabroso que hayáis comido jamás.