Una receta irresistible para los niños y los no tan niños.
INGREDIENTES (4 personas) :
Medio kilo de zanahorias
4 huevos
Leche
Queso cremoso rallado (cheddar, emmenthal, manchego etc)
Harina blanca de trigo
Sal
Pimienta
Aceite virgen extra de oliva
Pelamos las zanahorias y las cocemos enteras (para que conserven al máximo sus vitaminas) en justo de agua con sal para que las cubra. Con media hora debería ser suficiente, aunque es mejor ir comprobando el momento exacto en que se ponen tiernas.
Mientras cuecen separamos las yemas de las claras. Cuando las zanahorias se han cocido las escurrimos bien y las pasamos por el pasapurés. Mezclamos las yemas con el puré obtenido y reservamos.
Ahora vamos a hacer una bechamel. Para ello incorporamos un chorro generosos de aceite de oliva en una cazuela y cuando esté caliente espolvoreamos por encima una cucharada de harina de trigo bien tamizada. Cuando quede frita - se volverá marrón - se añade la leche (un vaso y algo será suficiente) , se mezcla bien, se añade un buen puñado de queso rallado y se rectifica de sal y pimienta. Debe quedar una bechamel ligeramente consistente, ni muy líquida pero tampoco espesa.
Mezclamos la bechamel con el puré de zanahorias y reservamos.
En un bol llevamos las claras a punto de nieve (para facilitar esta labor lo mejor es añadir una pizca de sal y unas gotas de zumo de limón). Luego con cuidado mezclamos con movimientos circulares de arriba hacia abajo las claras montadas con el puré de zanahorias hasta que queda homogénea.
Vertemos la mezcla en ramekines individuales (u otro tipo de recipiente individual que pueda aguantar el calor del horno y que queden "presentables" para llevarlos a la mesa). Precalentamos el horno a 180 grados y horneamos durante 20 minutos.
Se sirven de inmediato y seguro que les sabe a poco.