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Sfrappole boloñés para el Carnaval


Uno de los dulces italianos más populares durante la época de Carnaval son los sfrappole, también conocidos en otros lugares como Chiacchiere. Si os recuerdan a los pestiños estáis en lo cierto. No es que los pestiños sean herederos de los sfrappole, es que ambos se remontan a un dulce casi idéntico que preparaban los romanos para las Saturnales denominados Frictilia. De hecho casi todos los dulces fritos tan típicos de la cuenca mediterránea tienen un origen romano.

Los Frictilia se hacían igualmente con trigo, se freían en manteca de cerdo y se endulzaban con miel, así que solo ha cambiado con el paso del tiempo la miel por el azúcar (no siempre, se sigue empleando la miel en determinadas ocasiones) y la manteca de cerdo a veces se sustituye por aceite vegetal por la comodidad en su uso. Aparte de eso, un romano de la época antigua reconocería de inmediato nuestros pestiños o los sfrappole.

Bolonia es una ciudad del norte de Italia fundada por los etruscos, conservando un importante patrimonio histórico artístico acumulado durante siglos, especialmente de la etapa medieval y renacentista. A nivel gastronómico da nombre sobretodo a dos productos. El primero es la salsa boloñesa (en realidad un ragú) que tantas veces se degusta en todo el Mundo aderezando platos de pasta. El segundo, no menos importante, es la mortadela, uno de los embutidos más consumidos en Occidente pero también más destrozado por producciones locales que poco o nada tienen que ver con la maravilla que es su lugar de origen.

INGREDIENTES

  • 250 gramos de harina de trigo
  • 1 huevo
  • 50 ml de zumo de naranja (1/4 de vaso)
  • 50 ml de licor*
  • 1 cucharada de mantequilla sin sal
  • Azúcar glas (impalpable)
  • Sal
  • Manteca de cerdo o aceite vegetal de girasol/maíz para freír
* Los italianos usan sambuca, grappa o algún tipo de vino dulce. En España puedes utilizar algún licor local (orujo, anís o un vino como el Jerez).

En primer lugar debemos ablandar la mantequilla en el microondas o dejándola a temperatura ambiente (si hace algo de calor, claro).

Mezclamos la harina tamizada con el zumo de naranja, la mantequilla, el huevo batido, el licor y un pellizco de sal. A veces también se le añade una cucharada de azúcar glas pero no es imprescindible.

Amasamos hasta conseguir que sea elástica, homogénea y suave.

Tras el amasado envolvemos la masa en plástico film de cocina y guardamos en el frigorífico un par de horas.

Cuando transcurre el tiempo, enharinamos una superficie plana (la tabla de cortar o el mármol de la cocina) y en ella aplanamos con el rodillo la masa hasta obtener una lámina muy fina. Luego con un cuchillo cortamos láminas de unos 5 x 10 cm a las que damos un doblez simple por la mitad (es la forma que suelen tener, aunque como siempre, la forma que se le da a una comida no determina ningún cambio en el sabor de la misma.

En una cazuela grande derretimos manteca de cerdo o bien incorporamos una buena cantidad de aceite de girasol. Calentamos pero sin que llegue a humear.

Cuando el aceite o la grasa están bien calientes, vamos depositando las tiras que hemos cortado evitando que se toquen. En realidad, la forma de lazo se les daba durante este proceso, pero como es complicado sin práctica, mejor hacerlo cuando están aún crudas.

Cuando el burbujeo cesa y los sfrappole están dorados, se retiran depositando en un papel absorbente para retirar el exceso de aceite.

Cuando aún estén tibias se espolvorean con abundante azúcar glas y luego, ya frías, se pueden volver a espolvorear para que queden más blanquecinas.

Están de auténtico vicio.