Los huevos benedict es una receta muy popular en los Estados Unidos a la hora de desayunar. A nivel "hogareño" no pueden competir con las tortitas o los cereales pero las cafeterías, hoteles y restaurantes nunca dejan de incluirlos en sus cartas. Es por tanto una receta que se consume mucho pero siempre fuera de casa. Esto se debe a que a pesar de su sencillez requiere cierta paciencia preparar la salsa holandesa y escalfar el huevo, tareas que con las prisas de la mañana se antojan doblemente difíciles.
Hay muchas teorías al respecto del origen de esta receta, pero la más plausible es que su origen fuera el desayuno solicitado por algún cliente de un hotel neoyorquino con resaca y por tanto, meramente casual, aleatorio y hasta chocante para el cocinero que recibió la solicitud, algo que también ocurrió con el origen de las patatas chips o la tarta tatin.
Hay varias recetas de los huevos benedict pero siempre estructuradas en cuatro "capas" :- La base, que suelen ser bagels o muffin ingleses
- Sobre el pan se coloca bacon frito, jamón york o salmón ahumado
- Sobre el bacon se coloca un huevo escalfado
- A continuación se riega el conjunto con salsa holandesa
La receta más ortodoxa emplea muffins ingleses (una especie de panecillo blando redondeado), bacon, huevo y salsa holandesa pero en la que suelo hacer utilizo una rebanada de pan de baguette, pistola o similar, salmón ahumado y los imposibles de inttercambiar huevos y salsa holandesa.
INGREDIENTES (4 raciones)
- 4 rebanadas de pan de baguette o similar
- 4 cortes de salmón ahumado
- 4 huevos
Para la salsa holandesa :
- 3 huevos
- 250 gramos de mantequilla
- 2 cucharadas de agua fría
- Zumo de medio limón
- Sal
- Pimienta de cayena (opcional)
En primer lugar hago la salsa holandesa de la siguiente manera :
En primer lugar vamos a clarificar la mantequilla. Para ello la calentamos en una cazuela a fuego muy lento hasta que funda. Apartamos del fuego y la dejamos reposar. A continuación eliminamos la espuma que se ha formado en la superficie, reservamos en un recipiente aparte la parte licuada semitransparente (que separamos por simple decantación) y desechamos la parte blanca que ha quedado en el fondo (el suero).
En otro cazo al baño maría echamos las dos cucharadas de agua fría y las tres yemas de los huevos (sólo las yemas). Batimos con las varillas hasta que montan, aproximadamente al doble de su volumen. Ahora, sin dejas de batir, iremos incorporando poco a poco la mantequilla clarificada, ligándola con sumo cuidado. No debe estar demasiado caliente, siendo la temperatura máxima que se aconseja de unos 70 grados. Cuando la salsa está bien ligada y cremosa se añade el zumo del limón y un poco de pimienta, si se desea.
Para los huevos pochados :
Los huevos pochados, escalfados o poché se consiguen al coagular la clara mientras que la yema queda líquida y por tanto se puede "mojar" como en el caso de los huevos fritos. Para hacer huevos pochados utilizo un cucharón de los que se emplean para servir la sopa. Rompo la cáscara y vierto el contenido en el cucharón de manera que la clara cubra la yema. Echo un pellizco de sal y si se quiere hacerlo picante, un poco de salsa tabasco, pimienta, ají picante, chili etc.
Mientras, he puesto a hervir un cazo con agua y un chorro abundante de vinagre. El vinagre servirá para cuajar con más rapidez la clara.
Coloco el cucharón con el huevo dentro del agua hirviendo. Lo mejor es colocar el metal del cucharón tocando el agua hirviendo pero sin permitir que salte el agua al interior. Cuando la clara empieza tomar un color blanquecino se puede sumergir totalmente. Tranquilos, que el vinagre se encargará de que el huevo no se "diluya" en el agua.
Cuando la clara se ha vuelto blanca, sacad y reservad. La yema estará todavía está líquida a no ser que lo hayáis mantenido más de 2 ó 3 minutos.
Ahora vamos a montar el plato. En primer lugar podemos pasar brevemente las rebanadas de pan por la sartén para que se caliente y tuesten ligeramente. Encima de cada uno de ellos colocamos el salmón y los huevos escalfados, para a continuación bañar con un cucharón de salsa holandesa.
Si los probáis una vez os atraparán para siempre.