Galletas duras (a propósito)

Ni se os ocurra jamás darle un bocado a estas galletas porque lo más probable es que en caso de hacerlo perdáis algún diente. Son duras a conciencia. Además, a propósito.

A ver si encontráis la iglesia de la foto en el grabado de la galleta...

Dinant es una ciudad de la valonia belga, es decir, de la parte francófona del país, muy cercana a la frontera francesa. Dice la leyenda que en 1466 sufrieron el asedio por parte de Carlos el Temerario y ante la falta de alimentos hicieron galletas con los único que tenían a mano, harina y miel (sí, ya se, suena un poco raro, es como decir que te mueres de hambre porque 'solo' tienes carne y legumbres).



Carlos el Temerario fue un tipo interesante que pretendió convertir Borgoña en una gran nación, sobretodo a costa de Francia a la que humilló en varias ocasiones. Inteligente pero impulsivo (por no llamarle chulo, bravucón, prepotente y otras lindezas), su sueño se truncó al morir en batalla en 1477 con algo más de 40 años. Por si no os suena de nada, decir que fue el abuelo de Felipe el Hermoso, esposo de Juana la Loca y por tanto tatarabuelo del emperador Carlos V que precisamente fue llamado Carlos en honor a tan psicopático antepasado. 

Por cierto, tras el asedio Dinant fue arrasada por El Temerario porque sus métodos, como ya habían comprobado los flamencos con anterioridad por una rebelión que protagonizaron, eran muy similares a los que siglos más tarde emplearían los nazis.

La receta de la Couque de Dinant (así se llama) es muy simple : igual cantidad de harina que de miel.  Con la pasta resultante se cortan unas galletas con unos moldes muy elaborados (animales, paisajes, skyline de Dinant etc) que se hornean 15 minutos exactos a 300 grados. Esta altísima temperatura carameliza la miel y una vez enfriada la galleta posee tal dureza que a menudo se emplea como adorno para los árboles navideños. Entonces, si es tan dura, ¿para qué sirve?

A pesar de la dureza la galleta se puede comer, aunque no de la manera habitual del resto de galletas. Se debe cortar en trozos y dichos trozos chuparlos como si fueran caramelos. Es la única manera de hacerlo. Al final se quedan como adornos y la gente come una galleta parecida que gracias a la adición de azúcar por fin se puede morder. Vamos a ver la receta de estas galletas "mordibles", pero pensad que las auténticas tendrían solo dos ingredientes en relación 1:1 (harina y miel).

Estas galletas a menudo se hacen de un tamaño considerable. La que ilustra este post y que contiene el perfil de la ciudad, tiene más de un palmo de lado. Es más, sobresale del plato que se vislumbra bajo ella.

INGREDIENTES :

  • 300 gramos de harina de trigo
  • 90 gramos de miel
  • 30 gramos de azúcar glass
  • Un pellizco de levadura química

Mezclamos todos los ingredientes hasta obtener una masa homogénea y firme. En Dinant utilizan unos moldes especiales para reflejar paisajes, personas, edificios o animales, pero si no tenéis los mismos - que seguro que no - simplemente extendéis la masa con un rodillo hasta darle medio centímetro de grosor.

Cortamos en la lámina resultante las galletas, empleando moldes o simplemente un vaso del revés, y llevamos al horno precalentado a 300 grados. Aseguráos que el horno tiene la temperatura indicada y que hay un papel de hornear sobre la bandeja.

Contad 15 minutos exactos de reloj.

Extraemos y dejamos enfriar. A medida que vaya descendiendo la temperatura la galleta se irá endureciendo hasta que se convierta en una especie de piedra.

Aunque esta receta no es tan dura como la original, aún sigue siéndolo y por tanto se recomienda degustarla a trocitos como si fuera un caramelo. De esta manera se aprecia mejor el sabor de la miel. Pero vamos, que si tenéis dientes de acero, adelante.