Pastel de queso polaco (Sernik)


Este pastel es tradicional consumirlo en Polonia durante las festividades navideñas y la Pascua. Aunque los ingredientes son muy parecidos a los empleados en los pasteles de queso que conocemos, la forma de realizarlo es algo más complicado siendo el resultado más ligero, a medio camino entre el pastel de nata y el merengue. Merece la pena hacerlo, es increíblemente bueno y sorprendente. Además emplea muy poco azúcar si lo comparamos con otras recetas similares.

INGREDIENTES :

  • 1 kg de requesón
  • 6 huevos+1 yema
  • 100 gramos de azúcar glass, impalpable
  • 200 ml (un vaso) de nata para montar, de 35 ó 38% de MG
  • 2 cucharadas de harina de patata*
  • 2 cucharadas de leche
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla

* En la cocina del centro, norte y este de Europa es bastante habitual emplear harina de patata. Aquí no es muy habitual, por lo que podéis usar fécula de patata (que sí la usamos para espesar), maizena o incluso puré de patatas liofilizado.

En primer lugar debemos eliminar los grumos del requesón. Para ello podemos emplear el vaso de la batidora o el minipimer para obtener una pasta suave, casi una crema.

Es conveniente entonces precalentar el horno a 170 grados porque debe estar a la temperatura cuando terminemos de crear el pastel. Si metemos la mezcla cuando aún no ha alcanzado la temperatura entonces podríamos tener un problema.

Separamos las yemas de las claras de los 6 huevos. Vertemos las yemas en un bol y los batimos con el azúcar glass con la ayuda de las varillas, hasta que queda bien homogéneo.

En otro bol batimos también con las varillas la nata hasta montarla. A medio montar añadimos la harina de patata (o la fécula, o la maizena...) y la esencia de vainilla. Seguimos batiendo hasta que queda bien firme.

Cuando la nata está bien montada y firme, la añadimos a la mezcla de yemas con azúcar glass. Para evitar que se pierda el aire, la mezcla la hacemos con una pala grande o un cucharón de madera hasta que todo queda bien intregrado.

Seguidamente añadimos el queso que hemos batido. De nuevo, que todo quede bien mezclado y evitando que se pierda el aire "ganado".

Es el momento de mezclar las claras que habíamos separado al principio. Las vertemos en un bol añadiéndoles un pellizco de sal y unas gotas de zumo de limón. Batimos bien hasta que montan. 

El merengue obtenido de las claras batidas lo añadimos, despacito y con cuidado para no perder el aire, hasta que obtenemos una masa bien aireada. Ya tenemos la masa al completo.

En un molde metálico o de silicona, bien untado de mantequilla, de unos 22/25 cm de diámetro, vertemos la masa. Encima de la misma vertemos una yema batida con las dos cucharadas de leche para que el resultado quede bien dorado.

Introducimos en el horno y los dejamos hacer durante una hora. Si vemos que la superficie empieza a dorarse en exceso, entonces no debemos quitar el pastel, si no cubrirlo con una hoja de papel aluminio.

Y atención a los siguiente : pasada la hora de horneado, apagamos el horno pero no extraemos el pastel del mismo. Con la puerta del horno cerrada dejamos transcurrir otros 10 minutos, pasados los cuales abrimos la puerta pero de nuevo sin sacar el pastel, hasta que quede frío del todo. No se trata de un capricho. De esta manera el merengue queda con la textura perfecta. 

Se puede comer una vez ya ha enfriado, pero lo habitual es dejarlo reposar una noche entera en el frigorífico para que quede aún más asentado y firme.

Como veis un poco complicado, pero el resultado merece la pena.