Una receta sencilla pero con unos resultados espectaculares. Además al emplear solomillo de cerdo sale bastante económica.
INGREDIENTES (4 personas)
- Unos 100 gramos de solomillo de cerdo como mínimo por comensal (lo habitual sería un solomillo de unos 600 gramos)
- 2 cebollas grandes moradas (dulces)
- 1 vaso de vino blanco o tinto (opcional)
- Azúcar (opcional)
- Perejil
- Ajo
- Pimienta negra
- Sal
- Aceite virgen extra de oliva
En primer lugar vamos a caramelizar las cebollas. Se puede hacer a la manera tradicional, que es indudablemente la mejor, o bien tomar un atajo para reducir sensiblemente el tiempo de cocción.
Si lo hacemos por el método tradicional cogeremos la cebolla y la cortaremos en juliana. La pondremos en una cacerola de barro pequeña con aceite de oliva que la cubra y la pondremos al fuego mínimo removiendo cada diez minutos. Con el calor lento la cebolla saca el azúcar propio y se va autocaramelizando hasta tornarse de un color morado muy oscuro casi negro. Sólo casi al final del proceso añadiremos una pizca de sal. El problema es que para conseguir una caramelización completa podemos tardar tanto como queramos ya que dependerá de la potencia de fuego, pero 4, 6 y hasta 12 horas podrían ser gastronómicamente lógicas. Como no solemos disponer de tanto tiempo hay otra manera que produce unos resultados aceptables.
Cortamos igualmente la cebolla en juliana y la cubrimos lo justo en aceite virgen de oliva. Incorporaremos un par de terrones de azúcar moreno que disolveremos en medio vaso de vino tinto o blanco si no deseamos que quede demasiado negro. En este caso nos interesa que quede de un tono marrón porque terminaremos de hacerla al horno. Removemos constantemente a fuego medio y en media hora las cebollas estarán caramelizadas.
Si hemos hecho un buen caramelizado la cebolla estará entera y compacta, sólo que muy oscurecida.
Mientras cortaremos el solomillo en medallones y salpimentaremos, espolvoreando con perejil picado. Lo freímos lentamente en una cazuela de barro hasta que sólo el corazón quede rosado. Vertemos las cebollas y las acabaremos de hacer al horno con los jugos de la carne. Por tanto no incorporaremos todo el aceite, sino sólo la mitad. Precalentamos el horno a 180 grados y dejamos cocer hasta que la cebolla adquiere el tono oscuro deseado. El solomillo es bastante blando en general y no nos debermos preocupar cómo queda tras el horneado.
El plato es visualmente bastante contundente, poco graso, y el contraste entre el dulce de la cebolla y el solomillo proporcionan una sensación muy agradable. Hay que vigilar constantemente la fase final del horneado ya que es muy fácil que la cebolla se torne demasiado oscura y de más la impresión de estar quemada que caramelizada.