Una antigua receta que poco a poco ha ido cayendo en el olvido y es una lástima, porque es fácil de hacer y muy sabrosa. Además se puede hacer con langosta cocida congelada, con lo que sale a un precio más que moderado. Con esta preparación nadie notará que es langosta congelada.
INGREDIENTES (para una langosta, que dependiendo del tamaño servirá para una o dos personas)
1 langosta de de unos 600 gramos YA COCIDA (congelada o no)
1 chalota mediana
1 vaso y medio (300 ml) de caldo de pescado
3 cucharadas de queso parmesano rallado
2 cucharadas de vino blanco
2 cucharadas de nata para cocinar
2 cucharadas de mantequilla
2 cucharadas de perejil fresco picado
1 cucharada de zumo de limón
Media cucharadita de mostaza francesa fuerte
Sal
Pimienta
Se corta la langosta por la mitad longitudinalmente. Se retira toda la carne de la cola, la cabeza y la pinzas. Se pica no muy fina la carne y se vuelve a colocar en la cola y la cabeza. Se retira y reserva.
En una sartén derretimos la mantequilla y freímos la chalota picada muy fina. Cuando transparenta añadimos el caldo de pescado, el vino blanco y la nata. Calentamos sin que llegue a hervir y dejamos al fuego hasta que se evapora la mitad del líquido. Cuando esto ocurre añadimos la mostaza, el zumo de limón, el perejil y salpimentamos.
Precalentamos el horno a 200 grados. Conectamos el gratinador.
La salsa que hemos obtenido la vertemos sobre la carne de la langosta. Colocamos las mitades de la langosta en el horno sobre la rejilla o una bandeja con la carne mirando hacia el gratinador. Cuando estén doradas (y NUNCA más allá de los 5 minutos) se deben retirar y servir inmediatamente.
Es una receta que ha caído en el olvido pero sigue siendo tan espectacular como siempre.