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Pato a la Napoleón (sin usar horno)

 

Parece ser que Napoleón era un buen gourmet pero tengo mis serias dudas sobre si comía pato y menos "a la napoleón". Nadie se habría atrevido en su época a llamar a una comida con el nombre del Emperador. Que yo sepa el único plato que degustó - al menos conocido - fue el Pollo Marengo mientras que el resto de recetas que llevan su nombre fueron homenajes a posteriori.

El pato a la napoleón es tan simple y fácil de hacer que no necesita horno y muy pocos ingredientes. Además está buenísimo porque se cocina en su propia grasa, que es como siempre se había cocinado el pato desde tiempos inmemoriales hasta que alguien metió el primer horno en un hogar.

INGREDIENTES (4 personas) :

1 pato entero de entre 1 y 1.5 Kg
1 cebolla grande
1 diente de ajo
1 vaso (200 ml) de vino blanco
Medio vaso (100 ml) de vinagre
2 ó 3 hojas de laurel
1 ramito de perejil
Sal
Pimienta
Aceite virgen extra de oliva

En una cazuela honda vertemos un chorrito de aceite de oliva y en el mismo freímos la cebolla y el diente de ajo bien picados (el ajo sin el germen verde de su interior).

Mientras se hace el sofrito, cortamos el pato de la siguiente manera : primero longitudinalmente y luego cada mitad en 4 trozos, respetando las patas y alas. El hígado lo picamos bien y lo reservamos.

En la misma cazuela donde hemos hecho el sofrito introducimos los trozos de pato y el hígado bien picado. Si por aquellas cosas de la vida el pato que habéis comprado está limpio del todo y han quitado el hígado, comprad al menos dos o tres de pollo. Sin hígado no se puede hacer. 

Vertemos sobre el ave el vino y el vinagre (que mejor si es de vino blanco). El vinagre es imprescindible por la cantidad de grasa que soltará el ave. También añadimos las hierbas aromáticas, un poco de sal y otro de pimienta. Si el líquido no cubre la carne añadimos agua hasta que ocurra, pero justo al límite.

Cerramos bien la cazuela y dejamos a fuego medio durante al menos 2 horas. Si se queda seco, añadimos más agua pero no para que cubra, solo para que no se quede seco del todo, ya que se sirve la carne regada con su propio jugo. Si no hubiera líquido no quedaría jugo que echar por encima.