Una receta típica de la Borgoña francesa que nació por puro accidente. La primera esposa del político francés Gaston Gerard estaba preparando en 1930 pollo a la cazuela para sus invitados cuando por error vertió un pote entero de pimienta en el mismo. Para mitigar el evidente efecto picante que iba a tener el accidente añadió vino, queso rallado y nata para cocinar. El resultado fue mejor de lo esperado y desde entonces se viene preparando con diferentes recetas donde sin embargo nunca falta el vino, el queso y la nata que salvaron a esta buena señora.
INGREDIENTES (4 personas ) :
- Un pollo entero cortado como si fuera a hacerse al ajillo (o muslos, patas etc según número de comensales)
- 2 cebollas moradas
- 1 chalota
- 200 gramos de queso rallado (se suele emplear queso comté, pero vale un Gruyere o similar)
- 2 vasos (400 ml) de nata para cocinar
- 1 vaso y medio (300 ml) de vino blanco seco
- 4 cucharadas de mostaza de Dijon fuerte
- 50 gramos de mantequilla
- Sal
- Pimienta
- Aceite virgen extra de oliva
En una sartén grande u olla de barro vertemos un chorro generoso de aceite de oliva y la mitad de la mantequilla. Doramos el pollo durante unos 15 minutos (en esta receta se retira siempre la piel).
Se retiran los trozos de pollo y en la misma grasa freímos la chalota y las cebollas picadas muy finas. La receta original dice que se debe utilizar mantequilla nueva y limpiar los restos anteriores, pero la única diferencia es que el caldo sale un poco más claro. Desde mi punto de vista es innecesario.
Cuando la cebolla comienza a transparentar añadimos el vino y volvemos a incorporar el pollo. Cocinamos durante unos diez minutos a fuego medio. A continuación añadimos la nata y dejamos hacer a fuego muy lento durante media hora, vigilando que la nata no hierva en ningún momento. Rectificamos de sal y pimienta.
Retiramos de nuevo las piezas de pollo y añadimos la mostaza. La disolvemos bien.
En una fuente para el horno metemos el base la mitad del queso rallado y a continuación el pollo y la salsa. A continuación cubrimos con el resto del queso rallado.
Llevamos al horno y gratinamos hasta que se dora. De hecho es muy habitual que esta receta se prepare el día anterior y se gratine justo antes de servir, así los sabores se afianzan.
Una receta de pollo que encanta incluso a aquellos a quienes no les gusta el pollo y muy adecuada para celebrar un día señalado.