Las torrijas surgen del aprovechamiento del pan duro sobrante de días anteriores. Son muy sencillas de hacer, típicamente españolas, y realmente sabrosas. Además son por derecho propio el dulce típico y más fácil de hacer de nuestra Semana Santa.
INGREDIENTES :
1 barra de pan duro (en algunas panaderías o supermercados se venden por estas fechas panes destinados a hacer torrijas. Si no se dispone de los mismos se hace con una barra ancha)
1 litro de leche
3 ó 4 huevos
3 ó 4 huevos
100 gramos de azúcar
Canela en rama (1 ó 2)
Canela en polvo
1 peladura de limón
Aceite virgen extra de oliva
Cortamos
con un cuchillo muy afilado la barra de pan en rebanadas de un dedo de
ancho aproximadamente. Es conveniente que el pan esté duro pero no seco ya que se desmigaría. Si lo compráis en la panadería le pedís que os la corten ellos con la máquina si pueden hacer el grosor requerido. Lo guardáis en un lugar cerrado y hasta el siguiente día.
Herviremos la leche con la rama de canela y la piel del limón sin la parte blanca ya que amarga (es decir, la piel extraída debe ser traslúcida). Se puede añadir el azúcar pero en ese caso se tendrá que remover constantemente para que no se pegue.
Herviremos la leche con la rama de canela y la piel del limón sin la parte blanca ya que amarga (es decir, la piel extraída debe ser traslúcida). Se puede añadir el azúcar pero en ese caso se tendrá que remover constantemente para que no se pegue.
Cuando
la leche hierva apagamos el fuego y dejamos reposar retirando el limón y
la rama de canela. En ese momento vamos añadiendo la mitad del azúcar cucharada a
cucharada (50 gramos son unas 2 cucharadas y media, más o menos). No pongáis todo el azúcar. Esto es importante porque cuanto más
dulce sea la mezcla más pesadas y empalagosas resultan las torrijas. Removéis a conciencia y cuando la leche todavía esté bien caliente para que se disuelva bien.
Cuando
la leche esté tibia o mejor fría cogemos las rebanadas de pan y las sumergimos en ella en un plato o
fuente honda de manera que la rebanada “haga pie”. Esto es importante
para que no se desmigue pero quede a la vez mojada pero sin empaparse hasta el punto de que se desmigue o incluso rompa al manipularla.
Una vez las rebanadas están suficientemente empapadas las pasamos por el huevo batido por ambos lados y con la ayuda de una espátula las depositamos en una sartén con abundante aceite pero no demasiado caliente de manera que prácticamente no burbujee. Cuando consideramos que la cara inferior está frita le damos la vuelta con cuidado de no romper la rebanada. En cuestión de dos o tres minutos debería estar lista, obteniendo un color dorado que nunca muy oscuro. Retiramos el aceite sobrante con la ayuda de un papel de cocina y espolvoreamos con azúcar y canela en polvo.
Una receta sencilla que es imposible que no guste a todo el mundo.
Una vez las rebanadas están suficientemente empapadas las pasamos por el huevo batido por ambos lados y con la ayuda de una espátula las depositamos en una sartén con abundante aceite pero no demasiado caliente de manera que prácticamente no burbujee. Cuando consideramos que la cara inferior está frita le damos la vuelta con cuidado de no romper la rebanada. En cuestión de dos o tres minutos debería estar lista, obteniendo un color dorado que nunca muy oscuro. Retiramos el aceite sobrante con la ayuda de un papel de cocina y espolvoreamos con azúcar y canela en polvo.
Una receta sencilla que es imposible que no guste a todo el mundo.