No
os voy a decir nada nuevo : un niño inapetente genera tensión en el
seno de las familias. La tensión se multiplica si cada adulto que
revolotea alrededor del niño aporta una solución radicalmente diferente
al problema. Es posible que el niño desayune con la madre, a mediodía
almuerce en casa de los abuelos y cene finalmente con ambos progenitores
si los horarios laborales lo permiten. Si hay despreocupación del
padre, firmeza en los abuelos e ira en la madre la combinación es
letal para el niño que puede llegar a sentir que la hora de la comida es
una tortura. Tampoco le resulta agradable que la pareja aproveche la
comida para dirimir las diferencias.
El
grupo familiar que se encarga de las comidas del niño debe aceptar de
antemano una serie de premisas Descartada cualquer patología que
pudiera provocar una inapetencia, estos son los puntos que recomiendo :
- Fijar una ración-patrón común a todas las comidas : no es aceptable que en la comida se le exija consumir raciones mucho mayores que en la cena, o que se disminuya la importancia del desayuno. Con los niños inapetentes una buena técnica consiste en darles la cuchara de servicio y que se sirvan ellos mismos la ración que consideran adecuada. Si se sirven poco, a la siguiente vez, mismo alimento, ya intentarán añadir un poco más. La ración aconsejable es la proporcional al tamaño y peso del adulto en comparación con el niño. Los niños no necesitan más energía que nosotros, por mucho que su actividad aparente parezca superior.
- Desdramatizar la comida : puesto que las ingestas son motivo de tensión a menudo de forma inconsciente vamos cargando el ambiente. " A ver si comes hoy", "se acerca la hora de la comida", etc son frases que deberíamos evitar. Comer es un acto normal, simple, sencillo, que debemos cumplimentar con tranquilidad y evidentemente no requiere una preparación "psicológica" previa.
- Respetar unos horarios : los niños deberían comer siempre a las mismas horas. Lo ideal sería una toma cada tres horas para niños no lactantes (Desayuno - Desayuno de media mañana - Almuerzo - Merienda - Cena ). Comprendo que a veces los horarios pueden cambiar según el tráfico de la escuela al hogar o por otras circunstancias familiares, pero lo ideal es que la rutina horaria cale en el niño. El cuerpo responderá "generando" hambre a una determinada hora. De la misma manera también es necesario introducir variaciones por motivos justificados : los fines de semana porque todos vamos a comer a casa de los abuelos, en vacaciones para aprovechar más horas de sol en la playa etc. Esos cambios justificados le van acostumbrando a la vida "real" que le espera de adulto.
- Generar un espacio agradable para la comida : nuestros hijos "aman" la rutina porque en ella se sienten seguros. Así que siempre comerán en el mismo lugar, con una disposición idéntica de los platos, cubiertos etc. A ser posible evitaremos distracciones como son los juguetes y sobretodo la televisión.
- Nuestra actitud es fundamental : aunque es fácil decirlo debemos evitar la ira, el enfado, la reprimenda y especialmente el premio o el castigo. Si come bien se le debe alabar de forma discreta y si no lo hace bien simplemente se le indicarán sus fallos. Si premiáramos o castigáramos el niño éste podría controlar a los adultos a través de la comida y eso es algo que debemos evitar a toda costa. El propósito es hacerle comprender que la comida es un acto natural que se debe solventar de la misma manera que dormimos o vamos al baño. Eso no quiere decir que no debamos ser firmes. Si quiere pasar al segundo plato hemos de pactar una cantidad mínima de cucharadas de puré o de verdura. Tampoco permitiremos actos que vayan en contra de la buena educación en la mesa.
- Predicar con el ejemplo : ¿eres capaz de comerte el mismo plato de puré de verduras que se está comiendo tu hijo? ¿no? ¿Por qué no? Tal vez esté soso o no te guste. Y si no te gusta y evitas comer verdura, ¿cómo pretendes que él sí lo haga? No es aceptable que la comida que das a tu hijo sea incomestible para tí puesto que, con las obvias diferencias, el gusto de uno es igual al del otro. Aprende a cocinar mejor y aunque no te guste haz de tí un ejemplo para el niño.
- Paciencia : mucha paciencia. No pensemos que quedan 40 cucharadas por comer y sólo se ha ingerido 4. Pensemos que ayer sólo comió 3 y hemos ganado una cucharada más.