El término "inapetencia" es un eufemismo que evita emplear un diagnóstico que puede sonar terrible : la anorexia infantil. Este último sólo se aplica cuando realmente se trata de un caso extremo de ingesta muy limitada o nula de alimentos, generalmente provocada por enfermedad o causas psicológicos graves. Pero antes de llegar a la anorexia infantil hay muchas etapas intermedias que sin llegar a ser extremas pueden desencadenar a medio o largo plazo diversos problemas relacionados con la alimentación. Son este tipo de problemas los que analiza este blog. Así la anorexia infantil sería una patología grave que sólo debe ser tratada por especialistas mientras que la inapetencia se referiría a estadios menos graves de la misma.
Ante la sospecha de un trastorno de la alimentación, lo primero que se debe hacer sin dudar es acudir al pediatra. El pediatra es el único que puede determinar si el peso y altura del niño son los correctos y si existe cualquier alteración grave en la nutrición del niño.
Muy a menudo los casos que llegan a la consulta del pediatra no corresponden a una patología grave. La altura y peso están dentro del percentil y no se aprecia enfermedad alguna, ni física ni mental. En estos casos los pediatras suelen despachar a los desesperados padres con algún vago consejo o simplemente con un desalentador "ya comerá cuando tenga hambre", lo cual sería cierto si el niño hubiera expresado apetito alguna vez en su corta vida.
La falta de soluciones puede ser desesperante para la familia. ¿Han de hacer algo? es más, ¿pueden hacer algo?, ¿han de acudir a medidas desesperadas o bien esperar pacientemente que se produzca la llamada del hambre?
La inapetencia no es irrelevante porque en caso de no ser tratada puede desarrollar con el tiempo trastornos leves e inclusos graves de la alimentación. Como trastornos graves podemos encontrar la obesidad - en efecto, los inapetentes pueden ser obesos - y la anorexia o bulimia del adulto. Los trastornos leves incluyen la carencia de diversidad en la alimentación, falta de rendimiento escolar, fobias hacia determinados alimentos etc. La inapetencia infantil si no se trata a tiempo puede degenerar en un problema grave cuando tratada desde el principio se hubiera resuelto sin secuelas para el niño.
Lo primero a hacer ante un posible caso es inapetencia es evaluar si nuestro hijo es realmente inapetente.
Estos TODOS los puntos que debe cumplir un niño inapetente :
- La falta de apetito se produce prácticamente desde el nacimiento, pero especialmente al empezar a comer sólidos.
- Existen precedentes familiares de inapetencia (el padre, la madre, un pariente cercano también fue inapetente)
- El niño suele aceptar mejor los alimentos líquidos que los equivalentes sólidos (mejor el yogur líquido que el sólido).
- Es un niño muy inquieto y activo.
- No parece desnutrido y su peso y altura son los normales dentro de su edad.
- Suelen ser niños bastante inteligentes y despiertos.
- Tienen problemas con la masticación de alimentos duros, que suele ser lenta y complicada.
- Prefieren los alimentos de fácil ingesta (sopas y cremas antes que estofados, puré de frutas antes que la fruta en estado natural etc).
- Cualquier actividad que les absorba - ver televisión, jugar con los amigos - les anula el apetito.
- Su comportamiento frente a la comida es similar en cualquier ambiente, incluyendo los comedores escolares.
- Expresan su fijación por determinados alimentos, generalmente de calorías vacías, si estos suman a su sabor una fácil ingesta.
Si del decálogo anterior tu hijo cumple todos los puntos estamos ante un niño inapetente que debe ser vigilado y redirigido hacia comportamientos sanos lo antes posible. A pesar de que el pediatra no lo considere un tema grave.