Una receta típica de Hungría que recuerda bastante al gulash sólo que en lugar de carne empleamos unas humildes patatas. De hecho en la cocina magiar hay muchas recetas de sopas o estofados que recuerdan al gulash, unificadas en sabor gracias a la paprika. Si no tenéis paprika húngara podéis emplear pimentón dulce o picante, al gusto.
INGREDIENTES (4 personas) :
Medio kilo de patatas
250 gramos de tomates maduros rojos
250 gramos de cebolla morada (siempre igual peso de tomates que de cebollas)
2 dientes de ajo
Medio vaso (100 ml) de caldo de carne
2 hojas de laurel
1 cucharadita de pimentón (picante o dulce) o paprika
Orégano o albahaca
Sal
Pimienta negra molida
Aceite virgen extra de oliva
Precalentamos el horno a 180 grados. Mientras se calienta pelamos los tomates, les quitamos las semillas y los cortamos en dados. También se pueden dejar sin quitar las semillas, cortándolos en rodajas (es el método que prefiero, pero va a gustos).
En una sartén vertemos un chorro generoso de aceite y en él, a fuego medio, incorporamos la cebolla y los dientes de ajo rallados, así como el tomate. Los sazonamos con sal, pimienta y la paprika. Con darles vueltas un par de minutos es más que suficiente.
Llevamos el sofrito a una fuente que pueda ir al horno y lo extendemos por el fondo. Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas. Las espolvoreamos con orégano, sal y pimienta, vertemos el medio vaso de caldo y añadimos las hojas de laurel.
Horneamos durante una hora aproximadamente. Las patatas deben quedar blandas, bien doradas y no debe quedar nada de caldo. Si quedara caldo daremos un poco más de tiempo.
Un buen acompañamiento pero también una receta que constituye un excelente entrante.