Esta receta es perfecta para hacer comer sardinas, ricas en omega 3, a aquellos que son reticentes a cualquier tipo de pescado. Pasan totalmente desapercibidas. Este pastel, además de estar muy bueno, aporta grandes cantidades de vitamina C si cocemos las patatas enteras.
INGREDIENTES (4 personas) :
1 Kg de patatas
1 lata pequeña de sardinas en lata, preferiblemente en aceite de oliva
200 gramos de queso rallado cremoso
4 cucharadas de mantequilla
Sal
Pimienta
Nuez moscada
Mahonesa y Lechuga (para decorar)
Hervimos las patatas enteras y peladas en agua con sal. Cuando están cocidas - podemos clavar un tenedor y sin problemas llegamos al centro de las mismas - las retiramos y pasamos por el pasapurés.
Extraemos las sardinas de las lata y les retiramos las espinas centrales. Las escurrimos de aceite y desmigamos para incorporarlas a las patatas trituradas. Revolvemos para que se mezclen bien. Añadimos el queso rallado, la mantequilla, media cucharadita de sal y un pellizco de pimienta y nuez moscada. Batimos bien para que quede todo bien mezclado y se lleva a un molde de silicona o de aluminio con un papel de hornear para facilitar el desmoldado.
Llevamos a la nevera y dejamos un par de horas. Transcurrido el tiempo desmoldamos y cubrimos con lechuga y mahonesa.
Otra opción es añadir a la mezcla dos huevos y hornear a 180 grados durante media hora. Luego se saca el pastel del horno, se deja enfriar y se lleva a la nevera, desmoldándose y presentándose de igual manera. Pero en este caso habremos perdido gran parte de la vitamina C, muy sensible al calor. El resultado es un pastel más compacto pero menos rico en vitaminas.
Otra opción es substituir las sardinas por nueces picadas. También está muy bueno.