El calçot (pronúnciese calsót) es un producto típico de Cataluña que como los caracoles de Lleida y el Xató de Tarragona sirve de excusa para organizar una fiesta lúdico-gastronómica. Son muchos los que en la zona reservan un par de domingos al año a comer calçots haciendo excursiones a masias en el campo donde suelen constituir plato único o entrante fuerte de carnes a la brasa. Debido a la forma de preparación a la brasa es muy complicado prepararlos en casa a menos que dispongas de una barbacoa en el jardín a ser posible no de un adosado, a menos que no te importe que el vecino te odie. Se pueden hacer al horno pero os podéis imaginar el olor que impregnará la casa.
El calçot no es más que una cebolla que sin embargo tiene un proceso de elaboración complejo. En primer lugar se plantan las semillas a finales del invierno, trasplantándose los cebollinos en primavera. La recolección se efectua en verano y atención, los bulbos se vuelven a plantar a mediados de septiembre, cubriéndolos con tierra a medida que sobresalen. Esto se hace para conseguir un tallo completamente blanco. El resultado final, que se obtiene entre el invierno y la primavera, es una cebolla alargada de unos 20 centímetros de longitud en su parte blanca y un diámetro de unos dos centímetros, con el bulbo redondeado típico de las cebollas prácticamente inexistente. Por tanto estamos ante el inicio de la temporada que suele producirse a finales de Enero.
- Unos 10 calçots por comensal
- 4 tomates maduros
- 1 cabeza de ajos
- 10 almendras tostadas
- 10 avellanas tostadas
- ñoras (2 ó 3)
- 1 rebanada de pan torrado
- 1 bicho (guindilla picante)
- aceite virgen de oliva (1 vaso, más o menos)
- vinagre