De todas las bicas y bizcochos gallegos mi favorita es la Bica de Laza que solo lleva claras de huevo, nata y harina y aún así está tan esponjosa o más que cualquier bizcocho levado. Por los ingredientes que usa el color que adquiere es blanco, y de ahí el nombre. Os dejo a la imaginación cómo es su textura al paladar, pero es de lo más fino que podéis probar.
Laza es una pequeña población de la comarca de Verín famosa por su carnaval, el Entroido, precisamente la fiesta en que se solía consumir la Bica aunque en la actualidad las panaderías de la zona la venden casi en cualquier momento. Así que si queréis disfrutar de la Bica podéis hacer esta receta o aún mejor daros una vuelta por la comarca y visitar Laza durante el Entroido, que ya no queda tanto para que se celebre.
INGREDIENTES :
8 claras de huevo
350 ml de nata para montar (con un mínimo de materia grasa del 35%, preferiblemente el 38%)
450 gramos de azúcar
350 gramos de harina de repostería
En un bol batimos las claras a punto de nieve. Para que monten bien y rápido les ponéis un pellizco de sal y unas gotitas (tres a lo sumo) de zumo de limón. Antes de que alcancen el punto de nieve - ya sabéis, ese momento mágico en que al dar la vuelta al bol las claras montadas no caen despreciando olímpicamente la ley de la gravedad - les vais incorporando poco a poco el azúcar hasta que se integre bien.
Cuando se alcanza el punto de nieve añadimos poco a poco la harina bien tamizada, removiendo con la ayuda de una espátula en movimientos circulares de arriba a abajo, evitando que el aire que hemos atrapado con las claras se pierda. Reservamos.
Mientras hemos montado las claras hemos dejado la nata en el congelador (con 15 minutos será más que suficiente). Con eso será más fácil montarla.
Una vez la nata está montada la integramos en las claras con el mismo movimiento envolvente con que hemos mezclado la harina.
Nos hacemos con un molde rectangular de silicona o uno metálico forrado de papel para hornear y engrasado.
Vertemos en el molde la mezcla de la masa y luego espolvoreamos la superficie con azúcar granulada.
Precalentamos el horno a 180 grados e introducimos el molde durante 30-35 minutos, vigilando por si la superficie se tuesta demasiado. Si esto ocurre, sacamos inmediatamente.
Dejamos enfriar por completo y desmoldamos. Al primer bocado caeréis rendidos, es de una finura y un sabor increíble.