Estamos ante una receta extremadamente popular en todo Oriente Medio y que además ha conseguido popularizarse en Europa y Estados Unidos hasta el punto de poderse encontrar en muchos establecimientos de comida pseudo-fast-food-étnica o hasta congelados en los hipermercados. Aunque el origen es incierto parece ser que muy primitivamente procedía de la zona del actual Pakistán pero fue en el Líbano desde donde inició la expansión.
Un falafel no es más que una croqueta vegetal compuesta de garbanzos a excepción de Egipto donde se realiza sobretodo con habas. La sencillez en su preparación explica el por qué de su popularidad.
Un dato a tener en cuenta es que se emplean garbanzos sin cocer por lo cual no debeis emplear el típico pote de garbanzos cocidos porque así no se hace, al menos con esta receta. No es un capricho, es que los garbanzos cocidos están demasiado húmedos para compactar. Recordad que esta receta es 100% vegana y no utiliza huevo para cuajar. El garbanzo puede cuajar por si mismo pero requiere una humedad controlada para hacerlo.
INGREDIENTES :
250 gramos de garbanzos secos
1 cebolla morada (dulce) o fresca
2 dientes de ajo
Perejil
Sal
Pimienta negra molida
Aceite de girasol, canola o maíz
Dejamos los garbanzos secos en remojo 24 horas. Escurrimos y pasamos por la batidora eléctrica hasta que quedan triturados, algo finos pero no harina. Añadimos la cebolla muy picada, los dos dientes de ajo (sin el germen verde), el perejil picado y una cucharadita de sal y otra de pimienta.
Lo volvemos a pasar por la batidora muy brevemente porque esta vez debe quedar una masa "gruesa". Hacemos bolas del tamaño de una bola de ping-pong (4 cm de diámetro) o incluso menor. Ponemos la freidora con abundante aceite y cuando estamos seguros que está bien caliente echamos las bolas para que se doren bien. La misma fritura compactará aún más las bolas.
Los falafel suelen ser acompañantes de ensaladas pero no hay problema en comerlos como un entrante, o mojados con alguna salsa.