Una receta que os sorprenderá. No lleva azúcar y por tanto la podéis utilizar como postre, dejando que sea la calabaza la que aporte el dulzor, o bien como entrante.
INGREDIENTES
Una o dos hojas de pasta quebrada o brisa (la que no sube)
Una calabaza de 1Kg de peso, aproximadamente
250 gramos de queso de Burgos, requesón, mató, ricotta o cualquier otro tipo fresco blanco
2 huevos
50 gramos de queso manchego,parmiggiano o cualquier otro semicurado
Cortar la calabaza, pelarla y sacar todos los filamentos y semillas dejando sólo la carne. En un pote con agua justo para cubrir la hervimos hasta que se ablanda.
Una vez está blanda la añadimos al pote de la batidora de vaso o bien al pote del brazo con el resto de ingredientes. Mezclamos bien la pulpa con los quesos y los huevos.
Trituramos hasta que queda una masa muy fina.
Nos hacemos con un molde de aluminio de unos 24 cm de diámetro de los que se emplean para hornear pasteles. Colocamos en primer lugar una hoja de papel para hornear - para que sea más fácil de sacar - y encima la masa quebrada haciendo la forma del molde.
Vertemos la masa sobre la pasta quebrada y metemos al horno a 180 grados, centro y calor en ambos lados, durante media hora o hasta que la superficie empieza a dorarse.
Extraemos del horno, la dejamos enfriar y metemos en el frigorífico o bien la tomamos a temperatura ambiente.